28. Lágrimas de felicidad

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La noche transcurrió sin ningún inconveniente, la luz del sol comenzaba a entrar por la ventana haciendo que las niñas comenzaran a despertar. Miraban a su alrededor y se dieron cuenta que estaban en el hospital.

-¿Cómo llegamos aquí?- preguntó Nidia.
-Creo que el policía que nos encontró nos trajo aquí- dijo Anya.
-Nuestros papás deben estar felices.
-Lo sé, ya no puedo esperar a verlos.

Ambas se regalaron una sonrisa, seguían juntas y ya estaban con su familia. La puerta se abrió y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos al ver a sus padres entrar.

-¡Papás!- los llamaron.
-¡Anya! ¡Nidia!- dijeron ambos conmovidos al verlas despiertas.

Después de tanto tiempo los cuatro finalmente volvieron a abrazarse, las lágrimas no se pudieron contener. Ari y Temo llenaban de besos a sus hijas, ya no querían volver a estar separados.

-Los extrañamos mucho- dijieron las niñas aún llorando.
-Y nosotros a ustedes- dijo Temo sonriendo.
-No saben la falta que nos hicieron, teníamos miedo de no volver a verlos.
-Tranquilas ratoncitas, tranquilas- dijo Ari acariciando el cabello de sus hijas para tranquilizarlas-. Ya están con nosotros y no permitiremos que nos vuelvan a alejar de ustedes.

Estuvieron abrazados por un largo rato, Anya y Nidia solo querían volver a sentir el amor de sus padre luego de esa pesadilla que vivieron.

-Buenos días muchachos, ¿cómo siguen...?- dijo Axel, pero no terminó la frase ya que vio a sus sobrinas despiertas.
-¡Tío Axel!- dijeron ellas emocionadas.
-¡Mis niñas lindas!

Axel se acercó a abrazar a sus sobrinas, Ari y Temo sonreían porque al igual que toda su familia habían extrañado a las niñas.

En el transcurso del día la familia fue al hospital para ver a Anya y a Nidia, todos estaban alegres de volver a verlas. Cuando Pancho y Susana llegaron, ambas no pudieron contener las lágrimas al ver a sus hermanitas.

-Se sintieron eternos estos días que sentimos que nuestras hermanitas crecieron rápido- dijeron ellas.
-Ay, mis niñas- dijo Temo secando sus lágrimas-. Sus hermanitas crecieron un poquito, pero van a seguir aquí para seguir viéndolas crecer, escuchar sus primeras palabras y dar sus primeros pasos.

Anya y Nidia les daban muchos besos a sus hermanitas, también las habían extrañado. Tocaron la puerta y los Aristemo autorizaron el paso.

-Hola muchachos- saludaron Rodrigo y Rafael.
-Hola, pasen- dijo Temo-. Mis niñas, él es el agente Rodrigo y su esposo Rafael.
-Hola hermosas- saludaron.

Anya y Nidia sabían que era él porque recordaron su rostro antes de quedar inconscientes. Con lágrimas en los ojos ambas abrazaron a Rodrigo, el abrazo fue correspondido.

-Gracias por habernos encontrado, agente- dijeron las niñas-. Si no fuera por usted no estaríamos en este momento con nuestros papás.
-No agradezcan, pequeñas- dijo Rodrigo-. Pero me pregunto, ¿cómo llegaron hasta allá? Las buscamos en el lugar donde realizaron la llamada y en los alrededores del río.
-Solo seguimos la estrella que nos dijeron nuestros papás porque sabíamos que nos guiaría a casa.

Ari y Temo juntaron sus frentes mientras sonreían, de verdad tenían unas hijas muy inteligentes.

-Niñas, ¿cómo fue que sucedió todo?- preguntó Rodrigo.
-Todo fue muy rápido- dijo Anya-. Caminábamos por la calle cuando repentinamente sentimos que nos pusieron algo en la cara y nos quedamos dormidas.
-Cuando despertamos descubrimos que no estábamos en casa- dijo Nidia asustada-. Y ahí estaba ella.
-¿Quién?
-Meli. Nos pegaba y nos lastimaba las manos con las cuerdas a las que nos tenía atadas. Se estaba volviendo loca y eso nos asustaba.

Ambas lloraron al recordar eso, aún sentían miedo y sus padres las abrazaron para tranquilizarlas. Ellos también lloraban al escuchar todo lo que pasaron sus hijas y que estuvieron en manos de una loca.

Familia Corcega López 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora