13 Cuando te conocí 🍡

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Pasado de Kaminari Ao.

9 años.

Era un día de verano cualquiera, tenía mucho tiempo queriendo ir a Shibuya a jugar un poco en las máquinas, me encantaba ganar peluches y luego dárselos a mis amigas.

Desgraciadamente este día no iba a suceder, mi madre había decidió ir a visitar a la abuela, dentro de la sección de la ciudad en la que ella vivía no existían muchas actividades, pero sin duda prefería verla.

Al llegar a su casa todo olía a flores, mi vestido me quedaba tan largo que tropezaba con él.

-Estoy en la sala Ao!- Su dulce voz venía desde la sala, mi madre se dirigía a la cocina para dejar una canasta con algunas galletas y dulces de los cuales mi abuela siempre comía.

Camine hasta verla sentada, el cabello blanco le llegaba hasta los hombros y se movía suavemente mientras el aire de las ventanas llenaba el espacio.

-¡Abuela! Mira mi vestido nuevo, me lo compro papá.- Era floreado en azul con puntos amarillos.

-Mira lo grande que eres.- Suspiraba sujetando mi mano.

-Claro pues ya tengo 9 años.-

-Todo una señorita.-

-Abuela, dile a mamá que me deje ir a comprar una paleta sola, iré corriendo.-

-Ya te dije que no.- La voz de mi mamá provenía de la cocina.

Mi abuela se inclinó ante mí y puso en mi mano un billete mientras suspiraba en mi oído

-Corre y ve con mucho cuidado.-

Rápidamente sonreí y salí corriendo a toda velocidad sujetando mi vestido para no caer, solo pude escuchar la voz de mi mamá a lo lejos.

Corrí cuesta abajo, cuando por fin vi la pequeña tienda que estaba en la esquina, disminuí el paso y entre en ella.

El fresco aire acondicionado era una salvación, fui directo al congelador y me levanté en puntas para alcanzar mi paleta, era de mis favoritas, sabor soda, me encantaba su color azul.

-Quitate enana.- Una voz se escucha en mi espalda y me apartaba para agarrar las dos últimas paletas de las que quería, era un niño con una playera rayada en negro y rojo, algo más alto que yo y quizá de mi edad.

-Eres un grosero, que no sabes que a las niñas no se les debe hablar así.- El solo tomó las paletas y se fue rápidamente a pagar, yo aún seguía tratando de alcanzar alguna otra.

Al momento de salir note todo el borde de mi vestido manchado, era de tanto arrastrarlo, quizá ese tonto tenía razón y yo era muy pequeña, mamá decía que era normal, que después crecería mucho.

El sabor de la segunda opción de paleta me pareció algo desabrido, no podía dejar de pensar en mi altura, cuando vi al mismo tonto acariciando un pequeño gato en la calle mientras la hojas de los arboles rodeaban con su sobra la escena, estaba agachado de cuclillas, con mi paleta en su boca, quise pasar de largo e ignorarlo.

-Oye...-

Me estaba hablando, pero no quería voltear, así que seguí caminando.

-Oye.. tu- De nuevo su voz.

Me giré rápidamente en mis talones arruinando más mi vestido y solté con cara de puchero.

-¿Qué quieres?-

-Ten.- El niño solto al pequeño gato mientras se acercaba a mi, vi que su pantalón estaba roto por la altura de la rodilla, sus profundos ojos amarillos y sus grandes colmillos, extendió su mano, era la otra paleta de soda que sobraba.

-No la quiero..-

-¿COMO? .- Su cara era de incredulidad, abrió tanto los ojos que me dio un poco de gracia.

-No, quédatela.-

-Pero si la mala suerte me persiguió por tu culpa.-

-¿A qué te refieres?.- ¿Cómo podía ser mi culpa? Pensé, era el que había sido un grosero.

-Si, al momento de salir de la tienda tropecé porque reconozco que no te hable de la manera en que mi mamá dice que.... No importa solo tenla.- De nuevo extendió su mano.

-No quiero.-

Pase de largo y seguí caminando, pero él comenzó a caminar atrás de mi, al momento de llegar a la cuadra de mi abuela note que seguía detrás mío, me parecía tan... lindo.. que raro pensamiento.

-Deja de seguirme.-

-No, hasta que te quedes la paleta, que ahora es agua.-

-Bueno.- Al girarme vi su rodilla aún más sangrante, en ese momento mi madre abrió la puerta viéndonos.

-¡Jovencito! Pasa ahora que Ao te cure eso, vamos vamos.-

-Gracias señora.-

Así fue como el pequeño tonto entro en casa de mi abuela, fue cuidado por mi, comía de las galletas que trajimos y paso toda la tarde en casa con nosotras, me pareció mucho más agradable después, nos contó sobre sus amigos y que practicaba artes marciales.

Vio todos los cuadros que le había dado a mi abuela, se impactó de cómo dibujaba, yo sabía que aún me faltaba mucho que aprender, sin embargo, él incluso mencionó.

"-Wow Ao!, Yo jamás podría hacer algo así.- "

Mi abuela comentó que sabía quién era pues siempre lo veía corriendo con un amigo suyo rubio.

La tarde noche llegó y él tenía que regresar a casa, al momento de salir a la puerta, el dorado sol del atardecer y el viento lo enmarcaron en mis ojos.

-No se te olvide mi nombre.- Me miró por el hombro y con su cara picara, que aun me seguía pareciendo linda.

-No, Baji.-

-Mi nombre es Keisuke, adiós trueno azul, nos vemos después, agradece a tu mamá por la comida y a tu abuela, nos vemos después .- Agitaba su mano en el aire perdiéndose en la larga calle, mientras sonreía.

Pero no lo volví a ver pues mi abuela falleció justo 7 meses después de eso, mis padres vendieron la casa y nunca más regrese a esa zona de la ciudad, por 3 años me pregunté dónde estaría aquel niño de ojos ámbar.

-BAJI KEISUKE-MALENTENDIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora