Capítulo 4: "La mesa de los desechados".

14 4 1
                                    

Había pasado casi toda la tarde mirando películas con el pequeño Jean, ahora estaba por terminar una sobre los vengadores. La verdad no me llamaba tanto la atención, pero quería intentar pasar algo de tiempo con él.

Mi celular comenzó a vibrar y lo saqué del bolsillo de mi sudadera negra sin demasiadas ganas de responder, aunque al ver el nombre de “Lía<3”, cambié de opinión repentinamente. Me alejé una considerable cantidad de pasos para dejar que Jean vea la película tranquilo.

- ¿Qué tal, desaparecido?. ¿No te dignaras a responderme durante toda la tarde?.

- Lo siento, estuve viendo películas con Jean. - Agaché la cabeza aunque no pudiera verme. - ¿Sucedió algo?.

- Nada interesante, pero quiero saber si a ti te ha pasado algo interesante. - Pude notar su sonrisa pícara a través de la pantalla.

- No mucho, ¿recuerdas al chico del que te hablé?. - Empecé a dar vueltas por toda la casa. - Bueno, resulta que es amigo del grupo de chicos que me crucé en la uni.

- ¿Hablas de los que me dijiste que te invitaron a comer?.

- Si. - Tragué saliva y volví a la conversación. - Bueno, resulta que él era amigo de esos chicos, y comimos todos juntos.

- ¿Es lindo?. - Volví a sentir que sonreía.

- ¿Qué?. - Me detuve a mitad del pasillo que conectaba con las habitaciones.

- Que si es lindo. - Suspiró. - ¿Cómo es él?.

- No lo sé, Lía. No me fijé en eso. - Puse los ojos en blanco. - Supongo que sí, es algo..., lindo. Creo.

- Eso significa que está buenísimo. - Carcajeó.

- ¡¡LÍa!!. - Mis mejillas se enrojecieron al instante.

- ¿¡Digo la verdad!?.

- ¡No!. - Opté por bajar la voz al oír que Jean protestaba desde el salón. - No está mal, pero tampoco es que me importe.

- Entonces, ¿qué tal la hermana del chico ese?.

- ¿Charlie?.

- Supongo, no recuerdo sus nombres. Dijiste que eran un grupito de tres y entre ellos habían dos hermanos.

- No me interesa nadie, no de ese modo. - Rodé los ojos.

- Eres algo aburrido.

- No lo soy, simplemente no me enamoro de cualquiera que pasa delante de mí. - Arqueé una ceja. - Además...

Me interrumpió el ruido de algo rompiéndose en el patio, al principio pensé que era mi tía, pero recordé que se había ido a comprar hace poco.

- ¿Pasa algo?. - Dijo un poco preocupada.

- Te llamo luego, ¿va?.

- Va, pero avísame si pasa algo.

- Sí. - Colgué inmediatamente, sin esperar a que dijera algo más.

Me dirigí al patio, específicamente al quincho para fijarme si algo se había roto, apenas se veía algo ya que estaba oscureciendo. Iba a entrar al quincho para revisar hasta que vi al pelinegro levantarse del suelo, despreocupado.

- ¿Qué demonios pasa contigo?. - Di un respingo antes de hablarle, al instante en que abrí mi boca, me miró con una sonrisa de oreja a oreja. - Tienes una especialidad para aparecer de formas extrañas.

- Tú lo dijiste, es mi especialidad. - Limpió sus jeans y se acercó hacia mí. - ¿Cómo estás?.

- Sorprendido de que aún no te rompas una pierna por andar dando saltos como si fueses un maldito traceur. - Sacudí la cabeza y me acerqué a la casa pasando por al lado de la piscina, pero me quedé a mitad de camino al notar que me seguía. - ¿Qué haces?.

En otra sintoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora