Capítulo 14: "La reproducción animal".

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Al abrir mis ojos y terminar de analizar donde estaba, mis mejillas se encendieron al instante en que recordé los sucesos de anoche, sentía una incomodidad desde mi cintura hasta mis muslos, la cama estaba vacía, era casi la una de la tarde y yo seguía acostado. No pienso salir de la habitación, no podría verlo a la cara después de esto.

No hay escapatoria.

Al juntar un poco de valor tomé una bocanada de aire y salí de la habitación para irme a la sala, donde por casualidad todos estaban desayunando, algo tarde, pero eso hacían. Tras acercarme unos pasos, sentí todas las miradas sobre mí, en especial la del pelinegro.

- Buenas tardes. - Esbozó el rubio mientras que los demás solo me dedicaron una sonrisa, estaban viendo un documental en el que estaban tratando un tema en específico, “la reproducción animal”.

Que conveniente.

- Buenas tardes. - Me senté en el suelo junto a Lía y Rose, Charlie y Víctor estaban en el sofá, Alex por otro lado, seguía durmiendo.

La curiosidad me estaba consumiendo vivo, necesitaba saber si me estaba mirando o era sensación mía, al dirigir mi mirada disimuladamente hacia el pelinegro, pude notar que no me miraba hasta que lo hice yo, su sonrisa se ensanchó mucho más al notar el rojo vivo de mis mejillas.

- ¿Qué tal dormiste anoche?. - Espetó la pelicastaña.

De maravilla.

- Bien. - Sentía la mirada del pelinegro centrada en mi perfil y esta vez no era idea mía. - ¿Y tú?.

- ¿Sólo bien?. - Cortó el pelinegro con una ceja enarcada. Mis mejillas se encendieron nuevamente. - Yo diría que de maravilla.

- La cama no era muy cómoda. - Agregué.

- Yo me refería al dueño. - Esbozó una sonrisa pícara y dirigió su mirada hacia el rubio. - Una excelente cama, señor Owen. Diez de diez.

El rubio lo miró confundido al igual que todos los demás mientras yo lo fulminaba con la mirada. Su estúpida y perfecta sonrisa hacía que la situación fuese más difícil de manejar, no puedo enojarme con él.

- Las estrellas estaban hermosas. - Centró su mirada en mí. - ¿Las viste?.

Tú las verás después de la paliza que te daré, ahí verás estrellas maldito hijo de...

- Sí, una belleza. - Fruncí levemente mi ceño y le dediqué una sonrisa agria.

- No he visto estrellas anoche. - Agregó Lía.

- Sí que había. - El pelinegro le dió un mordisco a su croissant. - Debes fijarte bien, tal vez veas alguna esta noche.

Ojalá te atragantes con ese maldito croissant.

Horas después de eso, Lía se fue a casa acompañada por Charlie y Rose, no había visto a Alex pero suponía que se había ido a su casa. Víctor y yo estábamos viendo una película de comedia desde el sofá, me senté en su regazo y el pelinegro rodeó mi cintura con sus brazos, cada cierto momento sentía la humedad de sus labios en mi cuello y parte de mi espalda.

- ¿No verás la película?. - Contuve una sonrisa.

- Estoy ocupado. - Protestó. - ¿Traes puesta mi camiseta o es idea mía?.

- Lo siento, pensaba devolvértela.- Giré un poco mi cabeza para poder verlo.

- No es necesario, puedes quedártela. - Elevó la comisura de sus labios. - Te queda mejor que a mí.

En otra sintoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora