Capítulo 20: "Maldita Paulina Cocina".

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- Llevas viéndote al espejo más de veinte minutos, te ves bien. - Lía rodó los ojos. - Sólo es un almuerzo, Romeo.

- Cierra la boca. - Le saqué el dedo del medio con una sonrisa agria plasmada en mi rostro.

- Qué amoroso. - Ironizó antes de largarse de la puerta de mi habitación.

Llevaba horas preparándome para este almuerzo, Víctor vendría a comer a casa en unos minutos, mi tía lo invitó y me pareció buena idea ya que le quería dar la noticia de que él y yo estamos juntos, Emma vendrá también, jugará con Jean, se hicieron muy buenos amigos y mi primo me preguntaba por ella desde hace rato.

- Noah. - Lía reapareció en la puerta, acabando con la poca paciencia que tenía.

- Dije que ahora iría. - Protesté.

- No es eso, ricitos de oro. - Sonrió malévolamente. - Beatrice y tu príncipe azul llegaron al mismo tiempo y están platicando.

- Carajo. - Espeté antes de salir corriendo a buscarlos.

Mi tía volvió con las manos vacías, Víctor traía a Emma de la mano. Jean salió corriendo para buscar a Emma, ambos se abrazaron y fueron corriendo a jugar.

- También te extrañé, Emma. - Ironicé mientras Víctor se acercaba a mí con una sonrisa inmensa en su rostro.

- Creo que se llevan bien. - Esbozó una risita y besó mi mejilla. - Te extrañé.

- Yo a ti. - Intenté retener mi sonrisa y mis mejillas se enrojecieron. - Tía, ¿estaba cerrado?.

- Correcto. - Respondió. - Pero recordé que hay ingredientes suficientes como para hacer pasta casera.

- Tardarás horas. - Ahogué un suspiro.

- Claro que no, tú tardarás horas. - Me corrigió mientras se metía a la casa. - Bienvenido, Víctor.

- Gracias, Beatrice. - Esbozó una sonrisa angelical mientras que yo estaba boquiabierto.

- ¿Ella espera que me ponga a cocinar teniendo invitados?. - Mencioné incrédulo.

- ¿Y si te ayudo?. - Elevó la comisura de sus labios.

- ¿Sabes cocinar?. - Enarqué una ceja.

- Puedo intentarlo y puedes enseñarme. - Elevó sus cejas.

- No quemes la casa, por favor.

- A la orden, capitán. - Se paró como soldado y me siguió una vez que me metí a la casa.

Comenzamos a dejar los ingredientes sobre la mesada y me puse un mantel sobre la ropa que había tardado horas en escoger. Víctor estaba parado a mi lado pasándome los ingredientes que le pedía.

- Ahora hay que amasar por quince o veinte minutos. - Espeté en un suspiro antes de dirigir mi mirada al pelinegro. - ¿Quieres?.

- Claro, dame el trabajo sucio. - Protestó a regañadientes. - ¿Luego qué?.

- Tú sigue batiendo, luego aquí dice que hay que dejarla reposar por media hora. - Apagué mi teléfono mientras Víctor protestaba mientras batía la masa.

- Maldita Paulina cocina. - Murmuró.

Mientras el pelinegro batía y largaba obscenidades al aire, yo me encargaba de molestarlo. Pasados los veinte minutos, Víctor limpió la mesada y yo guardé los ingredientes que terminamos de usar mientras que la masa reposaba.

- Listo. - Dijo en un suspiro.

- Aún te faltó. - Metí una de mis manos en el paquete abierto de harina mientras Víctor no miraba.

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