03. Quemadura

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Leía un cómic esperando a que llegara la hora de almuerzo

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Leía un cómic esperando a que llegara la hora de almuerzo. Estaba sentada en una mesa adentro de la vacía biblioteca, cuando alguien más se sentó al frente mío, pero no me inmute si no, hasta que lo escuché hablar.

— Te quemaste el brazo.

Levante mi mirada encontrándome con la media sonrisa que se formaba en los gruesos labios de
Ni-ki.

¿Estaba alucinando o de verdad me estaba hablando? No me lo esperaba, pero no suavize mi personalidad por esa simple razón.

— Vaya, ¿En serio? No lo había notado... —solté con un claro sarcasmo.

— Me pregunto si fue tu idea envolver la quemadura con un pañuelo rosa, en vez de hacerlo con gasas. —Observo mi brazo para luego deslizar su oscura mirada hacía mis ojos.

— ¿Te importa? —solté, sintiéndome algo atacada.

— No, sólo me pareció una acción algo estúpida... pero tierna, ¿No lo crees, Lilith?

Casi dejo caer el cómic de mis manos.
No estaba para nada preparada para oír ese nombre salir de sus labios, por lo que mi clara sorpresa, se hizo evidente en mi rostro.

— ¿Cómo sabes mi segundo nombre? —Me puse rápidamente a la defensiva.

— ¿Quién no lo sabe? —cuestionó haciéndome sentir algo tonta. Claro, la mayoría lo sabía...

Me limité a fruncir el ceño, volviendo a poner mi atención en el cómic. Estaba teniendo una discusión salvaje en mi mente.

¿Por qué me molestaba tanto este idiota?

Quería decirle de todo a ese chico, pero cuando levante mi mirada con la intención de responder me topé con la nada misma.

— ¿Pero qué...?

Solté el cómic y miré con confusión a mi alrededor.
¿En dónde se había metido?

Me levante confundida y me fui de ahí con el cómic en mano, sacándome de una vez el pañuelo rosa que honestamente solo me hacía doler más la quemadura.

No llevaba ni una semana en este internado y ya deseaba desaparecer de aquí.

No llevaba ni una semana en este internado y ya deseaba desaparecer de aquí

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— ¿A dónde vas tan rápido?

Una mano se poso sobre mi hombre y me gire encontrandome con Sunghoon.

— Esté es el pasillo de los dormitorios masculinos. —imitó mi voz.

— Sabes que puedo estar en dónde quiera. —Le sonreí y este me devolvió la sonrisa, bajando su mirada hasta mi brazo.

— ¿No tienen alguna enfermería aquí?

— ¿Te parezco enferma? Porque honestamente, estoy muy bien.

— Eso parece estar infectado... —dijo algo preocupado y me apresure a ocultar mi brazo.

— Dije que estaba bien.

— Tengo un kit de primeros auxilios, lo iré a buscar, ya vuelvo. —Sunghoon se fue rápidamente a su habitación sin darme tiempo de decirle que no lo hiciera.

Esté definitivamente no era mi día.

Me apoye en la pared a esperarlo y a los minutos, regreso con el kit para curar la quemadura. No pude evitar sentirme algo extraña al ver que este si parecía preocuparse por mí. ¿Cómo era posible? Lo trataba realmente mal, pero él seguía siendo amable y servicial conmigo.

Eso me molestaba mucho.

— Entonces, ¿A quién buscabas?  —Alzo su mirada, con interés.

— A mi hermano.

— Ah, ¿Sunoo? ¿Está aquí? —preguntó y asentí lentamente.

Desinfecto mi herida con cuidado y la cubrió con una gasa.

— Listo ¿Estás mejor? —Me sonrió con dulzura.
Volví a asentir y cuando Sunghoon estaba apunto de decir algo, la voz de mi hermano nos interrumpió.

— Vaya ese chico no mentía, sí estabas aquí. —Río mirando de reojo a Sunghoon.

— ¿Chico? — repetí curiosa, pero Sunoo no me prestó atención.

— Me la voy a llevar unos minutos, de ahí puede volver... a tu enfermería. —Sonrió con burka tomándome de mi brazo bueno y sacándome del pasillo lejos de Sunghoon.

— ¿Ahora te preocupa por mí? —Lo miré con el ceño fruncido, ocultando decepción.

— Miso, ¡Di whisky! —Sunoo me abrazó al mismo tiempo que sacaba su celular para tomar una foto—. Wow, salimos súper bien.

Me dió unos golpecitos en la cabeza, para luego irse mientras lo miraba llena de furia.

Me di vuelta harta, encontrándome con Ni-ki quién venía a nuestra dirección.

Jugaba con un rosario negro entre sus manos y me iba a pasar de largo, pero me puse al frente de él con mi semblante completamente serio.

— ¿Tú fuiste él que le dijo a mi hermano en dónde me encontraba?

— ¿Te refieres al chico que estaba contigo hace unos segundos atrás? — preguntó con una voz que hacía parecer que no sabía realmente a que me refería.

— Sí, ese imbécil...—musite relajando mi rostro.

— No pareces llevarte muy bien con él. —Ni-ki me observó de reojo, guardando su rosario en el bolsillo de su sudadera.

— No me llevo bien con nadie. —Alce la voz volviendo a mi actitud arisca, provocando que esté curveara ligeramente sus labios en una sonrisa.

— ¿Pero sí te llevas bien con tu novio?

— Él es una excepción, claro. —Mentí.

Ni-ki entonces sonrió completamente, como si le hubiera causado gracia mis palabras, por lo qué me quedé mirándolo extrañada.

— Algunos podrían decir que eres bastante astuta, pero yo te considero todo lo contrario —comentó con tranquilidad.

— ¿De que estás hablando...? —Fruncí el ceño, cruzándome de brazos.

— No debería ser una excepción.

— ¿Qué?

¿De que estupideces estaba hablando?
¿Por qué decía eso? Ni siquiera me conocía.

Ni-ki llevo un dedo cerca de su ojo dejando ver el eslmalte negro que cubría su uña.

— Pon más atención a tu alrededor... Yo ya estoy haciendo mucho para ayudarte —soltó y se dispuso a seguir su camino como si nada.

Me quedé mirándolo incrédula.
Definitivamente le faltaba un tornillo.

CHOOSE/ NI-KIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora