Miso es una chica de corto genio, curiosa y algo engreída. Ella es la heredera de un prestigioso internado el cual otorga becas todos los años.
Este año parecía ser igual que los demás, pero uno de los becados llega con un propósito oculto.
¿Qué har...
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Claramente, la suerte de ese día me abandonó en segundos.
— Jake... —solté casi en un jadeó.
Era más que obvio que él había escuchado tan con solo ver su rostro, y sabía muy bien que eso no significaba nada bueno.
Ni-ki entreabrió sus labios en sorpresa y avanzo hacía su hermanastro, corriéndome detrás de él con sus manos casi de inmediato. Jake se cruzo de brazos y miro al pelinegro acercarse a él, como si estuviera realmente decepcionado de esté.
— Te lo dije, Ni-ki... —soltó en un tono de voz que gritaba cansancio y fastidio.
— Jake, no és lo que crees... — ¿A sí? Por favor... no emperores las cosas —pidió, chasqueando su lengua.
— ¿Qué sucede? —Me acerqué a Jake y esté me miro, frunciendo levemente su ceño—. ¿No deberías de estar en tu casa, Miso?
— Soy dueña de este internado, eso no te incumbe. —Me excuse sintiéndome rápidamente atacada y esté asintió, desviando su mirada a otro lado y suspirando con pesar.
— Claro... —contestó secamente y alzo su mirada hacía Ni-ki nuevamente—. Hablamos luego, lamentó haberlos interrumpido.
Se fue a pasos tensos del lugar, déjanos nuevamente a solas. Con un ambiente completamente frío.
—Yo... lo lamento, Ni-ki yo no pensé... —Miso —me interrumpió y me quedé en silencio al instante.
El pelinegro dejo de mirar hacía la entrada de la capilla y se volteó hacía mí, con una mirada enervante.
— No lo lamentés... no fue tu culpa. Ellos ya venían sospechándolo desde hace ya un tiempo. Es más, de eso estaba hablando con Jungwon antes de que llegaran... Sea lo que me pase ahora, quiero que sepas que no será tu culpa.
— ¿A qué te refieres? ¿A-Acaso ellos te harán algo? —Lo tome de la mano, mostrándome realmente preocupada de lo que pudieran hacerle por mi culpa.
—Yo... —mordió su labio y negó—. Creo que deberías volver a casa —comentó y sentí mi mentón temblar.
— Pero Ni-ki... —Por favor, es por tu bien.
— ¿Me prometes que estarás bien? —pedí con temor y esté sonrió con gentileza.
— No quiero hacerlo por la fuerza, Miso —insistió y asentí, abrazándolo fuertemente.
