Miso es una chica de corto genio, curiosa y algo engreída. Ella es la heredera de un prestigioso internado el cual otorga becas todos los años.
Este año parecía ser igual que los demás, pero uno de los becados llega con un propósito oculto.
¿Qué har...
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Como cada vez quedaban menos días para mi boda, mi madre comenzó a querer ver mi vestido, el cuál por cierto nadie había visto a excepción de Ni-ki y Jake. Aunque intente resistirme ante su petición, no tuve de otra que mostrárselo, y a pesar de que era un vestido más que hermoso, lleno de cristales y de una fina tela, el hecho de que fuera de color negro la había enloquecido.
— ¡Miso Lilith Kim! —gritó y baje la mirada al instante—. ¿¡Acaso esta es una broma de mal gusto?! ¿¡En qué estabas pensando?!
Se oyeron unos pasos rápidos acercándose y Sunoo entró a la habitación como el hermano menor curioso que era.
— ¿Qué sucede? —Miro a mamá y luego a mí.
— Tu hermana escogió un vestido de color negro para su boda, ¡Tu padre enloquecerá! —Mi madre se llevó sus manos a su cien, suspirando trágicamente, al contrario de Sunoo, quién no se vió preocupado ante la noticia.
— Vaya, eso es bastante original de tu parte... —Me sonrió y recibió un manotazo en la cabeza por parte de mi madre.
— ¿Qué barbaridades dices? —Lo regañó.
— Mamá, míralo del lado bueno, será una gran noticia, la boda destacara aún más por el vestido... —explicó Sunoo y Mamá relajo su expresión de enojo, quedándose pensativa.
— No lo sé, creo que eso mismo que estás diciendo deberías decírselo a tu padre, ya me imaginó la cara que ponga cuando vea el vestido... —comentó, yéndose de la habitación molesta.
Sunoo la siguió con la mirada y luego la reposó en mí.
— Cómo te encanta meterte en problemas, Miso. —Frunció el ceño y rodeé mis ojos a un lado.
— Para mi es un bonito color... No todo lo blanco tiene que estar relacionado a la pureza y lo religioso... —murmuré y Sunoo soltó una risita sarcástica.
— Claro, dile eso a papá. Acabara con nuestra existencia por tu culpa.
— Yo creo que sí le gustara. Como dices, será algo que cause revuelo, y nuestro padre ama la atención más que nadie... —Sonreí con maldad y Sunoo se cruzo de brazos.
— Tienes un punto... —admitió y me acerqué a él, poniendo un puchero forzoso y apoyándome en su brazo, lo que lo hizo rodear sus ojos a un lado, mostrándose harto—. Es la última vez que te ayudaré.
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