06. Un evento más

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Me era imposible describir cuanto odiaba a mi familia

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Me era imposible describir cuanto odiaba a mi familia. Extrañaba demasiado a mi abuela materna, ella era la única que me comprendía, pero ya no estaba en este cruel mundo.

¿Era mucho pedir que me trataran de la misma forma en que trataban a Sunoo?

Era tan injusto...

Salí de mi dormitorio envuelta con una delgada manta y me dirigí en pijama y con mis pies descalzos hacía a la capilla del internado.

Era media noche, por lo que el internado estaba en completo silencio y no había nadie en los pasillos que pudiera verme así, por lo qué realmente ya no me importaba.

Mi abuela creía mucho en Dios.
Cuando era más pequeña siempre me llevaba a rezar a la capilla del internado. Mi abuela había sido un papel importante en los tramites para que el internado quedara a mi nombre. Tenía mucha fe en mí y a veces sentía que era la única que me quería de verdad, incluso más que mi madre, la cual apenas veía ya que pasaba en viajes.

Entre a la fría capilla y me acoste en uno de los largos asientos de madera vieja que rechinaron al sentir mi cuerpo. De noche a muchos les podría parecer un lugar terrorífico, pero para mí era como estar cerca de mi abuela.

— Te extraño...  —musité, comenzando a sollozar en silencio.

La estatua que se encontraba al frente mío se movió ligeramente y mi llanto se fue casi al instante. Me llevé rápidamente mis manos a mi rostro y comenzando a rezar.

¡Santa mierda!

De repente sentí unas frías manos posarse en las mías y pensé que iba a fallecer ahí mismo del terror.

— ¿Por qué lloras? —preguntó de repente, una voz que se me hizo conocida.

Moví uno de los dedos que tapaba mi borrosa vista y pude identificar la sonrisa de Ni-ki en la oscuridad. Traía en una de sus manos un libro de cuero negro y su rosario colgaba desde su fino y largo cuello.

Él era la estatua...

— ¿Qué...? ¿¡Qué haces aquí!? —frunci el ceño con esfuerzo y esté soltó una risita.

— Sabes qué estas en un lugar sagrado, ¿No? —pregunto y aclaré mi garganta, limpiando las lágrimas de mis mejillas con rapidez.

Ni-ki sacó un pañuelo de seda y me lo ofreció para que limpiara mis lágrimas. Lo tomé con desconfianza y esté se quedó mirándome.

CHOOSE/ NI-KIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora