Miso es una chica de corto genio, curiosa y algo engreída. Ella es la heredera de un prestigioso internado el cual otorga becas todos los años.
Este año parecía ser igual que los demás, pero uno de los becados llega con un propósito oculto.
¿Qué har...
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Me ayudo a recostarme sobre la cama de mi habitación y al verme comenzar a hacer arcadas, se apresuró en sacarse el blazer y ponerlo sobre mis piernas. Fruncí de golpe el ceño pero no pude evitar que todo el interior de mi estómago llegara hasta ahí.
— Era Louis Vuitton... —musité con lástima viendo como Ni-ki tomaba el blazer y lo tiraba en mi basurero, como si se tratase de un verdadero estropajo.
Hice otra arcada, pero me tape la boca al instante. No iba a arruinar más ropa cara.
— ¿Y si vas al baño? —sugirió y asentí rápidamente.
Me levante de la cama y abrí la puerta que estaba al fondo de la habitación, entrando de una vez.
Ni-ki me siguió quedandose algo sorpendido al ver el bello baño que se escondía detrás de esa puerta.
— Tienes baño privado... —susurró.
Ignorándolo, vomité todo lo que había tragado en el día y me quede arrodillada en la taza del baño, debilitada.
— Te traeré agua —me avisó el pelinegro, pero lo pare del brazo apresuradamente.
— Estoy bien, yo puedo —contesté.
Mentiría si decía que no me daba vergüenza que me viera en este asqueroso estado. Honestamente, si yo hubiera sido él, no hubiera aguantado ver el vomitó de alguien más y ya me hubiera ido. Pero Ni-ki... no era así.
Me levante lentamente y me di vuelta mirándome en el espejo del lavamanos por unos segundos. Large el agua y tome del grifo.
El pelinegro me observo en completo silencio. Sé que en su mente pasaban muchas cosas, pero no decía ninguna. Ya saben, cosas de introvertidos.
— Gracias... —balbuceé en voz baja y mi vista se nublo.
Ni-ki alcanzo a reaccionar y me atrapó con sus brazos por segunda vez en el día. Mis mejillas tomaron una tonalidad carmesí y pensé que esta situación era realmente lo más vergonzoso que me había sucedido con un chico en toda mi maldita existencia.
— Llevame a mi cama...—pedí tratando de mantener mi frialdad y Ni-ki sin molestarse, me ayudo a llegar hasta mi cama.
— ¿Comó te sientes? —pregunto acomodando las almohadas debajo de mi cabeza con cuidado. Toco mi frente sudorosa y la limpio con sus mano.
Debía de estar bromeando.
¿Por qué hacía eso? ¿Acaso no le daba asco? Eso me molestaba... debería darle asco, a mi me daría asco... ¿Por qué es tan servicial de la nada?
