Miso es una chica de corto genio, curiosa y algo engreída. Ella es la heredera de un prestigioso internado el cual otorga becas todos los años.
Este año parecía ser igual que los demás, pero uno de los becados llega con un propósito oculto.
¿Qué har...
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Mientras hacía algo de ejercicio en la cacha de atletismo que tenía el internado, pensé en un plan.
Tal vez podía hacer confesar a Ni-ki de su oscuro secreto, pero para eso, deberías llevarlo a una situación en dónde no tuviera otra opción que hacerlo. No podía soltarle lo que sabía todo de una vez, se haría el desentendido.
Entonces, pensando en el hecho en que parecía usarlo para cuando me sentía mal o estaba en problemas, decidí comenzar a ponerme en ese tipo de situaciones.
Por eso, mientras corrían noté como Jake y él estaban en una esquina hablando con un grupo de personas. Decidí correr por ahí y cuando iba a pasar por el frente de ellos, decidí caerme al suelo dramáticamente.
Comenzaríamos con algo no tan extremo.
Rápidamente todo ese grupo que en su mayoría eran chicos, se giraron a verme.
— ¡Auch! ¡Duele! —Me toque la rodilla fingiendo una mueca de dolor, a lo que pareció captar la atención del pelinegro.
Pensé que mi plan estaba funcionando a la perfección, cuando dos chicos se acercaron antes a ayudarme.
— ¿Estás bien? —preguntó uno, con la intención de tocar mi pierna a lo que rápidamente lo alejé, quejándome.
— ¡No me toques! ¡Vete! —Lo mire de mal modo, olvidando por un momento que me encontraba en medio de una actuación.
Mire de reojo a Ni-ki y rápidamente volví a mi actuación. Me levanté del suelo fingiendo estar adolorida y me quedé unos minutos ahí, ignorando las molestad preguntas de los chicos, quiénes continuaban con su intención de ayudarme.
Mis esperanzas volvieron cuando Ni-ki dejo de apoyarse en el árbol en que estaba y ahora se aproximaba hacia mí; pero en vez de ayudarme, él sólo me paso de largo junto a Jake como si mi presencia ahí fuera nula.
Abrí la boca, sintiéndome completamente ofendida.
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