Miso es una chica de corto genio, curiosa y algo engreída. Ella es la heredera de un prestigioso internado el cual otorga becas todos los años.
Este año parecía ser igual que los demás, pero uno de los becados llega con un propósito oculto.
¿Qué har...
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No podía parar de pensar en lo que me había dicho Ni-ki. Yo siempre me había considerado astuta y que me insultaran como lo había hecho el pelinegro me dolía en el ego horriblemente, tanto así, que ni siquiera podía dormir.
Me levanté de la cama y salí en pantuflas por el pasillo del internado. Se oían algunos ruidos extraños pero sabía muy bien que eran los árboles de afuera.
Comencé a avanzar por el pasillo hasta llegar a la biblioteca, en dónde empece a buscar libros.
" Cómo ser astuta", "Lenguaje no verbal".
— ¿Qué haces?
Pegué un grito que fue ahogado por la mano de Ni-ki rápidamente.
— Tranquila, no te voy a matar.
Fruncí el ceño y quite su mano de mi boca de golpe.
— ¿Acaso enloqueciste? ¡Atrévete a tocarme una vez más y te demandaré! —le advertí, indignada.
— Por dios, baja la voz. —Se rió.
— ¿Cómo sabías que estaba acá? Me seguiste, ¿No? Claro que lo hiciste... —Me cruce de brazos, encarándolo.
— Eres muy creativa... ¿Por qué te seguiría? —pregunto ladeando su cabeza suavemente a un lado, como si le entretuviera.
— Estas en todos lados —justifique.
— Tal vez solo compartimos rutinas parecidas. —Sonrió y noté que su rostro parecía brillar a pesar de la escasez de luz que había en la biblioteca.
— Eres raro y créeme, sé que tramas algo —insistí, desconfiada.
— Soy becado, y no, solo buscaba un libro —mantuvo su sonrisa.
— ¿Ah si? ¿A estas horas de la noche?
— Sí, al igual que tú, ¿O hacías algo más? —preguntó sutilmente.
Lo fulminé con la mirada y me di vuelta, yéndome de la biblioteca.
— ¡Sueña con los angelitos! — Alzo su voz y seguí mi camino ignorándolo.
Es qué era increíble. ¿Ahora mi lugar favorito tendría que compartirlo con este desagradable ser humano? No lo creo.
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