RIN
Mi cabello está más rebelde que las otras veces. Me cepillo una vez más y solo logro que sea vea muy desarreglado. Con mi desesperación aviento el cepillo. «Cálmate, Rin» Me digo a mí misma tratando de no soltar las lágrimas que me están obstruyendo la vista.
Aún no puedo aceptar que Sesshomaru se marcha. La pesadez de mi pecho no me deja respirar bien y corro a abrir la ventana. El aire fresco se cuela en mis fosas nasales y aspiro rápido, sin mediaciones.
—No quiero que se vaya.
Me abrazo fuerte hasta que mis lágrimas cesan y mi respiración se vuelve acompasada.
Tarde o temprano tengo que hacerle frente y aunque quería negarme a ir a despedirlo, debo tomar una decisión.
Las despedidas son algo que no me gusta, sentir que pierdo a alguien que quiero, me hiere muy internamente.
Mi corazón me guía hasta el aeropuerto de Tokio. El clima es frío y las calles están húmedas por la llovizna que cae.
Mi tristeza me hunde poco a poco en pensamientos no muy convencionales.
Recuerdo lo sucedido en su departamento la otra noche: el abrazo, mis lágrimas, sus palabras para consolarme, pero luego de decirlas, me alejé de sus brazos para observarlo. Estaba confundida.
¿Era una confesión? ¿Acaso Sesshomaru me estaba confesando sus sentimientos?
—Sesshomaru —Hablé despacio, pero él me interrumpió.
—No quiero que digas nada, Rin —Sus ojos me miraban directamente.
—¿Desde cuándo sientes esto por mí?
—No importa, solo quiero que te cuides.
—No, contéstame.
Desvío su mirada. El silencio me estaba torturando. No me hallaba enojada, porque no lo estaba y no lo estoy.
—Desde la preparatoria.
—¡Maldito! —Maldije por lo bajo y con la ira a punto de carcomerme.
-—Rin.
—No es correcto que te confieses ahora que estás por irte, ¡No es justo! —Comenzaba a gritar y en mi enojo comencé a tirarle golpes que no eran más que manotazos torpes.
Nunca lo había visto tan sumiso, aceptando que alguien más le hablara tan groseramente.
Me sentí estúpida haciendo esto, mis berrinches no harían que él cambiara de opinión, mi actitud únicamente estaba provocando que me viera como una mimada.
Me estaba comportando como una niña, pero no podía tolerar que después de tanto tiempo se me declarara. Ahora que está por marcharse y justo cuando estoy confundida con mi sexualidad.
Su secretario me llamó más tarde para preguntar por mí, e incluso lo envío a mi casa para verificar que de verdad estuviera bien. Él y yo no hablamos desde hace dos días y el único mensaje que dejó en mi buzón de notificaciones fue: «Mi vuelo sale a las 19:30».
Las personas entraban y salían. Estaba aturdida y desorientada. El aeropuerto es inmenso, pero sabía que su vuelo no era comercial si no privado y para este tipo de vuelos había una sala especial para esperar.
Caminé rápido. Metí mis manos a los bolsillos de mi cazadora, mis botas rechinaban a cada paso que daba y mi respiración se volvía pesada, no soportaba la ansiedad de saber qué es lo que me deparaba el destino a partir de ahora. Me encontraba muy nerviosa, incluso mis lágrimas volvieron a acumularse en mis ojos, nublando mi la vista. Las limpié con el dorso de mi mano y pude visualizar a Kagura en un pequeño sofá con una copa que parecía contener alcohol.
—Hola —La saludé seria.
—Rin —Su entrecejo se frunció —¿Te ocurrió algo? Es la primera vez que veo que llegas tarde a algún lugar —Ignore sus comentarios sarcásticos, y le pregunte por él.
—¿Dónde está...?
—Rin —El sonido de su voz me hizo girarme y verlo, solté un gran suspiro aliviada.
Su camisa azul y su pantalón negro de vestir a la medida, lo hacían distinguir. Su cabello, no tan largo, estaba bien peinado.
Quise abrazarlo, pero no tuve el valor.
—Perdón por llegar tarde. Perdón por mi actitud del otro día. Perdón por...
—Rin —Caminó los pasos que faltaban para estar más cerca de mí —Viniste —Sujetó mi mano. Sus ojos se desviaron a las mismas y su cara hizo una mueca extraña —Estás helada.
Tragué saliva nerviosa —Acaba de llover y hace frío afuera —Dije sin dejar de mirarlo.
—Sesshomaru, hay que prepararnos para abordar —La voz de Kagura parecía no tener efecto en él.
—Puedes enfermarte. Últimamente, has descuidado tu salud y te has mojado bajo la lluvia —Retiré mis manos de las suyas y bajé la mirada apenada por sus palabras.
—Señor Sesshomaru, en quince minutos su avión despegará. Es hora de que vayan preparándose para abordar —El secretario estaba a mi lado.
—Jaken —La mirada que le dedicó fue amenazante y aterradora. El secretario se retiró unos cuántos pasos de nosotros —Rin, acompáñame.
Lo seguí sin decir algo. Sus pasos eran firmes.
Él paró en un pasillo, estábamos alejados de Kagura y el secretario.
—Sesshomaru...
—No tienes que decir nada, tus disculpas están de más. Rin, lo que dije aquella noche fue verdad —Su voz grave y su intensa mirada, me ponían nerviosa —No dudes en llamarme si algo sucede, lo que sea.
Quise abrazarlo, aunque Kagura insistía que ya era tarde y que era hora de abordar. Sesshomaru, cambio de semblante cuando fuimos interrumpidos, supuse que de verdad le gritaría que se marchara, pero lo único que hizo fue asentir y caminar directo a ella.
—No te quedes atrás —Expresó dándose la media vuelta para seguir caminando.
Los minutos pasaron, La despedida fue horrible y me arrepentía de no haberlo abrazado, de no haberle dado un beso en la mejilla y decirle que se cuidara, que mi actitud de ayer fue un impulso y no era lo que quería decir. Que mi corazón estaba herido y que al igual que él lo extrañaría un montonal.
Sus sentimientos fueron confesados y no voy a negar que me siento extraña.
«Debí decirle algo».
Sesshomaru se fue de mi lado y no sé hasta cuándo vuelva a verlo.
Caminé para mirar a través de la gran ventana; la pista de despegue y aterrizaje. Vi como uno de los aviones despegaba y aunque no era en el que él iba, le prometí que me cuidaría y mantendría sana para su regreso.
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NUESTRA MELODÍA
FanfictionUna amistad que nació por historias de vida similares; sentimientos confusos y acciones bastante cuestionables. Sesshomaru, un hombre atractivo que acaba enamorado de su mejor amiga. Rin, una chica sencilla y lo suficientemente llamativa, termina co...