Desde su lugar podía ver los tejados de las casas aledañas, los rayos del sol le daban directamente en la cara y los brazos
Su pálida piel quedaría rojiza luego de esta tarde.
Escuchó los pasos apresurados de su amiga; corría desesperada por las escaleras. Parecía que tenía bastante prisa por volver a verlo.
—Sesshomaru —La puerta fue abierta y una chica de estatura promedio, con su uniforme de la preparatoria y un peinado de dos trenzas, fue lo que hicieron que él sonriera. Lo que hizo que él la tomara de su pequeña cintura, aferrándola a él, oliendo su cabello. «Huele increíble». Pensó —¡Oh, Sesshomaru! Te extrañé.
Sintió un viento helado colarse entre sus brazos, el vacío de estos le hizo sentir ese escalofrío, como si fuera invierno y ella verano. Sesshomaru estaba enamorado y Rin era inexperta en temas del amor romántico que darse cuenta le costó mucho más.
—¿Cómo te trató el verano, Rin? —Preguntó.
Mirando hacia el cielo, Rin meditó lo que diría.
Con sus manos hacia atrás y su cuerpo reclinado sobre el suelo, contestó: —Estuve con la abuela. Fue laaargo y aburriiidooo —Sesshomaru sonrió por lo divertido que sonaron las palabras finales.
Ambos estaban en la terraza del edificio donde vivía Sesshomaru; se encontraban sentados sobre el suelo hecho de cemento. Un lugar al que escapaban cuando el mundo era un caos y nadie más que ellos podían salvarse. Sesshomaru y Rin eran tal para cual, pero aún no era tiempo para que los dos se dieran cuenta de ello.
—Debiste acompañarme a Corea.
—Claro que no. Tu familia estaría ahí, sabes que no me gusta incomodar a nadie.
Pero a Sesshomaru no le importaba eso, ambos eran mayores y podían perderse por ahí, Rin debería estar segura de que él jamás dejaría que su familia la tratase mal.
Esa tarde, miraron juntos el atardecer, el cielo perdió su color rojizo y el sol por fin se despidió del firmamento. Les dieron la bienvenida a las primeras estrellas junto con una atmósfera que poco a poco se iba haciendo más oscura.
Rin, puso su canción favorita.
—Esta canción debería de ser la que represente nuestra amistad —Propuso.
Él escuchó la melodía un rato más, sabía que la había escuchado no hace mucho, tal vez alrededor de dos o tres meses atrás. Se percató que era especial para ella y si es Rin, no puede negarle nada; por eso con un asentimiento le contestó a su propuesta. Rin sonrió, y feliz, volvió a reproducir la canción.
Esa noche Sesshomaru deseo a las estrellas que lo dejarán más tiempo con ella, que por favor no se la arrebataran. Nada diferente para su acompañante; Rin, anhelaba estar para siempre a su lado.
Y es que bien dicen los deseos se cumplen y más si estos vienen directos del corazón.
Rin y Sesshomaru para siempre.
Eran las dos de la mañana, demasiado temprano para dos jóvenes que solo querían observar el amanecer. Sesshomaru acaricia la cabellera de su acompañante, su cabello lacio es suave y lento, desliza sus dedos por los mismos mientras su mirada no se despega de su rostro; ella tiene los ojos cerrados, no está dormida, escucha su respiración; esta es constante y hace saber que se halla despierta.
Un suspiro sonoro sale de sus labios, ella al escucharlo abrió sus ojos.
Lo primero que ve es a una Rin bastante soñadora, con su maquillaje intacto, con sus labios rosas y un tono natural en sus mejillas color rojizo. Ese sonrojo lo hace inclinarse para darle un suave beso en su boca.
Están a oscuras, solo la luz de la luna ilumina la habitación, el aire se cuela por las ventanas abiertas. Rin, se sujeta fuerte de su cuello, no quiere que el beso acabe, pero él regresa a su posición original, ella está en sus piernas, acostada. Su vestido corto enseña sus bonitas pantorrillas.
Algo en su mano lo hace sentir contento; es un anillo de oro, reluce a la luz de la luna. Ambos se han casado en la villa de un pueblo cercano a Tokio. Él y su amada así lo han querido. Mientras, él solo trae su camisa con los dos primeros botones abiertos y su pantalón negro desaliñado.
Rin, sabe lo que pasará después, y no puede negar que ha esperado por esto, no solo porque ahora están casados, sino porque su amor lo merece.
Después de casi tres años en las que la vida ha sido una montaña rusa, ellos pudieron contra todo.
Ahora que sus hijas están con ellos, Sesshomaru ha entendido más que nunca aquella frase ¿Tienes algo que proteger?.
«Claro que tengo algo que proteger».
La luna es testigo de este encuentro y ambos se dejan confeccionar.
Con sábanas blancas y una cama bastante espaciosa, hacen de esta noche algo para recordar para siempre, porque para siempre, es la promesa que se hicieron en su boda, «En la otra vida te buscaré No me cansaré hasta que te encuentre», decía una de las frases de los votos de Rin.
«Vague por terrenos bastante pedregosos, incluso sentía que mi alma ya había dado todo y que mi existencia ya no era tan vital, pero encontrarte fue para mí una salvación. Rin, estoy dispuesto a entregarte cada parte de mí sin mediaciones».
Sesshomaru, miró como Rin se quitaba poco a poco su bonito vestido blanco, su desnudes lo seguía maravillando incluso después de todos estos años. Rin, nerviosa, deslizó en su interior el falo de su amado, ambos se deshacían en gemidos bajitos, solo ellos dos podían escuchar sus suspiros de amor, nada a su alrededor era significativo.
Con la mente nublada y las sensaciones al límite, sucumbieron al clímax de su pasión.
Las aves cantaron más fuerte esta vez y los colores cobraban nitidez. Las puertas de la pequeña villa se abrieron de par en par. Cuánto deseaba que su abuela fuera la que la entregara. Se deshizo de esos pensamientos y a paso firme caminó hasta el interior de la misma. Fijo su vista más allá del final de su recorrido, donde pudo observar a su amado: un Sesshomaru para nada nervioso y bastante enamorado, sus ojos se iluminaron al verla llegar y es que nadie podía negar que la amaba.
Sin despegar su mirada de sus ojos, Rin llegó a su lado.
Esa noche las promesas de amor eran gritadas a los cuatro vientos. La luna se perdió en el firmamento, el alba poco a poco acababa con su luz hasta que desapareció del cielo, ocultándose.
Rin y Sesshomaru sucumbieron al sueño. Abrazados y con la eterna promesa de amarse en esta y en la otra vida, si es que hay.
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NUESTRA MELODÍA
FanfictionUna amistad que nació por historias de vida similares; sentimientos confusos y acciones bastante cuestionables. Sesshomaru, un hombre atractivo que acaba enamorado de su mejor amiga. Rin, una chica sencilla y lo suficientemente llamativa, termina co...