18. CREO QUE ÉL LO SABE

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RIN

El canto de los pájaros me hizo despertar.

Cinco diecisiete de la mañana; la luz de día empieza a notarse, las aves emprenden su vuelo y el ruido de afuera, apenas comienza.

El tic tac del reloj de la pared sonaba incesante. Escuchaba atentamente como el segundero avanzaba; cansada, me di media vuelta en la cama tratando de dormirme de nuevo, pero fue en vano, no podía.

El silencio me hizo sentarme en la cama y contemplar a mi alrededor: las paredes blancas, el reloj de pared con forma hexagonal, incluso las cortinas blancas llamaron mi atención.

«Rin, deberías descansar, ahora».

Mientras miraba un punto fijo en la habitación, recordé a la señora Saori, ella solía despertar a sus hijas temprano para prepararse para las clases conmigo. Recuerdo sus desayunos, que eran unos manjares, recuerdo mi pequeña habitación.

Mi melancolía por esos días me hizo recordar cuando me despedí de la familia de la señora Saori.

-Rin, cuídate -No dejaba de abrazarme fuerte. Su olor al suavizante de la ropa se coló por mis fosas nasales, sabía que a partir de hoy ese recuerdo tendría ese olor: lavanda.

Recuerdo a Nomi y Nozomi abrazarme y decirme que nunca se olvidarán de mí, correspondí al abrazo y susurré en sus oídos que nunca dejarán de aprender, que estaba orgullosa de ellas.

Después, el padre de las niñas me abrazo y dijo: -Este siempre será tu hogar, Rin.

Y finalmente salí de la casa directo a mi nueva vida.

Cuando llegue al departamento, lo único que me recibió fue un sofá que compre de segunda mano, una pequeña nevera y una parrilla. En la habitación se encontraba una cama individual, esta se veía tan pequeña en la espaciosa habitación.

Esa primera noche no pude dormir, sentía frío e internamente me lamentaba por irme de una casa que era bienvenida.

«Tengo que empezar a ser independiente».

Poco a poco la vida fluía y con ella los cambios se hicieron presentes.

El primer mes; pude comprar cortinas bonitas y ponerlas en las ventanas, después pude costear una mesa, solo con cuatro sillas, nada extravagante.

El segundo mes; la editorial demandaba demasiado mi presencia, pero se me ocurrió ayudarle a una chica nueva que había comenzado a trabajar. Ella era inexperta, así que me apunte para ayudarle, mi jefe me ordenó no hacerlo, el señor Nakamura. Él se enojó cuando vio que la estaba capacitando.

-Rin, espero que no estés descuidando tu empleo -Me dijo una tarde cuando Michiko, llevaba la comida a toda prisa a la sala de juntas.

Me disculpé y volví a mi oficina.

El tercer mes; me di un tiempo y salí de fiesta con Yasu, a un club llamado: Piña Colada, se encontraba casi a las afueras de la ciudad.

Bastante cotizado y con un ambiente bastante enérgico.

-Antes de que te vayas me dirás, por qué lo hiciste.

-¿Hacer qué? -Bebía una limonada.

Estábamos en la barra, mi vestido naranja y mi cabello suelto con algunas perlas sobre él, brillaba.

Yasu, traía consigo una blusa de color rosa y un lindo short negro. Ambas bebíamos limonada. Mañana teníamos trabajo.

-A ayudarle a esa chica -Me miraba intuitiva -No me digas que te gusta.

-No me gusta. Aparte ella no es Bi ni nada de eso -Contesté sin mucho interés -Vamos a bailar.

Tome su mano y la aleje de la barra.

-Sigues desviando la conversación -Dijo cerca de mi oído.

Bailamos al sonido de Beautiful People, de Ed Sheeran.

No conteste nada y seguí bailando, me sentía muy contenta como para hacerle caso.

-Rin, contéstame.

-Tal vez me gusta un poco -Yasu, tomó mis manos y me llevó a la barra.

-Tráeme dos whiskys -Le dijo al bar tender -¿Te le insinuaste?

-Solo un poco -Ella hizo una mueca de reproche -Vamos a bailar -Dije después de beber el trago.

Yasu, todavía me sujetaba de la mano.

-Contéstame otra cosa -Decía pensativa.

-Suéltalo, de todas formas, harás muchas preguntas -Me bebí su trago mientras pensaba lo que diría.

-¿Qué paso con Sesshomaru?

Y entre todas las cosas que quería que preguntara, esa no era una de ellas.

¿Y qué es lo que pasó? No lo sé. Nada. Tal vez solo la vida tenía otras intenciones para nosotros.

-Nada.

-Mentira -Decía insistente -Rin, te conozco, ¿Qué pasó?

-Ya no hablamos -La miré directamente, ella buscaba algo más en mis ojos, una respuesta adecuada.

-¿Por qué?

La música cambió, ahora todos bailaban al son de: Lets Love.

-¡Oh! No puedes hacerme esto, esa canción es mi favorita -Contesté suplicante.

-Contéstame -Insistió.

-¡Por favor! -Suplique.

Una vez que mi mano fue suelta, comencé a bailar. No quería recordar esa sonrisa que durante mucho tiempo me quitó el sueño, pero era inevitable, la música, el alcohol y la charla con Yasu, me traían recuerdos vividos de todas las veces que estuve a punto de besarlo, pero mi maldita inseguridad me llevaba a desistir.

¡Maldita sea!

En la pista de baile los chicos me abrazaban y pedían tocarme, pero no, eso no.

El cuarto mes; me sinceré a hablar con Yasu, sobre Sesshomaru.

-Era verdad lo que dije, ya no hablamos.

Ella tomó un trago de su refresco de lima limón.

-¿Por qué? -Preguntó un poco más preocupada -Rin, te lo pregunto porque él y tú parecían muy unidos.

-Estoy bien -Desvíe la mirada de ella conteniendo mis lágrimas -Seré breve, en unos treinta minutos tengo que volver.

-Te escucho.

Comencé mi relato aclarando y justificándome.

-Lo hice porque él quería estar conmigo y yo no -Fue lo que dije primero, pero después agregué: -Él tenía novia y pensé que no era justo para ella ver a la chica de la que tu novio está enamorado, y eso son palabras mayores -Mi voz sonó sarcástica.

Yasu, solo asentía para que siguiera.

-Quise seguir a su lado, seguir hablando, seguir siendo su amiga, quise seguir, pero me di cuenta de que solo nos hacíamos daño. En primera: porque él estaba enamorado de mí. Segunda: porque no creo que vaya a corresponderle -Yasu pareció conforme con mi confesión.

Sin embargo, mentí. Me alejé porque me dio celos, sabía lo que Sara sentía por Sesshomaru, sabía que desde que estábamos en la preparatoria estaba muy enamorada de él, sabía de sus cartas, de sus carteles, todo. Era algo que no podía soportar, verlos juntos.

Y esta mañana, pasados ya diez meses después de nuestro último encuentro, pude hablarme con la verdad, no solo fueron mis celos, también mis sentimientos. Estos me aterraban, aún me aterran, incluso pensé que alejándome podía enterrarlos, pero ya no hay vuelta atrás, una vez que te enamoras ya no puedes retroceder y menos si es mutuo.

-Extraño a Sesshomaru -Dije hacia la nada -Y no tengo que decirle, creo que él lo sabe.

Y no es algo que me guste.





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