16. ATRACCIÓN DESASTROSA

37 5 0
                                    

RIN

Cuando llegué luego de la boda, subí despacio las escaleras, tomándome de los barandales para no caer, aunque no estaba tomada. Cuando llegué a mi habitación, entré al baño, me saqué el vestido, me limpié el maquillaje y finalmente me fui a descansar.

El sonido del silencio invadía mis oídos, por momentos podía creer que estaba sola, pero no era así, la familia estaba dormida.

Miraba el techo con mucho interés hasta que a mi mente llegó el recuerdo de Sesshomaru y yo en la terraza; su confesión y su pésima manera de consolarme.

«No está bien que me ponga triste por un hecho así de insignificante». Aun así, no dejaba de darle vueltas al asunto y su inesperada manera de darme la noticia.

«Está con Sara. Son novios».

Mis ojos comenzaron a acumular lágrimas, sabía que lloraría, pero es absurdo, no estoy triste; es más, me alegro por ellos dos, pero no debía seguir mintiéndome, «Sesshomaru y Sara solo de pensarlo, me pongo peor».

No pude ocultarlo más y derrame todas las lágrimas necesarias hasta que mi tristeza se drenara, estaba triste y solo llorando podía sentirme mejor. Pero ¿Cuándo fue la última vez que lo hice? Llorar es muy poco común en mí y me siento incómoda llorando.

Limpié mis lágrimas, enfadada, pero era muy tarde, no pude detener el llanto.

No volví a llamarle ni verlo luego de esa noche, ni siquiera le llamé para decirle que había comenzado a ejercer mi trabajo en la editorial. Mis sentimientos cada vez me llevaban a creer que en realidad sí siento algo más allá que amistad por él.

Cuatro días más tarde, luego de la boda y confesión de Sesshomaru, me encontraba en la sala de un departamento en los suburbios.

Desnuda.

Montando a Suikotsu, el sexo con él se volvió fluido y un desahogo. Me muevo a mi propio ritmo, mientras él me abraza por la cintura. Hunde su cabeza en mis pechos y poco a poco va subiendo sus labios hasta depositar un beso en mi boca.

Yo me muevo un poco más rápido, esta sensación tan vibrante me hace saltar gustosa sobre su intimidad. Estoy tan excitada. Llevo mis labios a la oreja de este hombre y comienzo a gemir despacio y bajito, solo para que él me escuche.

Sus grandes manos bajan a mis nalgas y masajeándolas primero, deposita varios besos húmedos en mi cuello hasta que sin previo aviso me da una fuerte nalgada.

—Eso no se vale —Digo con un gemido ahogado, cerca de su oído.

—Es inevitable, linda.

Y diciendo eso, tomó firmemente mis nalgas para elevarlas y dejarlas caer fuerte en su erección. Di un grito de placer, esa estocada fue certera e inesperada.

—Más... más. Por favor —Rogaba sin despegar mi boca de su oído.

No lo pensó dos veces, bombeo más rápido entre mis nalgas y yo ya no pude contenerme, mis ojos estaban cegados por el placer, lo único que escuchaba era el choque de su piel contra la mía, era un sonido exquisito.

Arqueé mi espalda para seguirle el ritmo, pero él era más fuerte que yo y podía elevarme y hacerme chocar con su pelvis mejor que yo.

—Vamos linda, sé que quieres llegar, solo pídemelo —Decía seguro, pero no me dejé hacer, acerqué de nuevo mi boca a su oído y con un pequeño ronroneo, comencé a gemir en su oído, bajito y sensual, algo que aprendí de Raku.

«Raku».

Ojalá fuera ella quien me estuviera tocando.

Ojalá fueran otras manos, otro cuerpo, otra voz.

NUESTRA MELODÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora