12. TRABAJO

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RIN

Las paredes de color café arena, el sonido que hace el elevador cuando abre sus puertas y el teléfono de la secretaria que no deja de sonar, me impacienta. Mi pie derecho se mueve incesante tras notar que han pasado cinco minutos desde que le han avisado que estoy aquí.

-Señorita, Rin -La secretaria me llama -Puede pasar, el señor Taisho la espera.

Rápido, tomo mis cosas del sofá y entro a la oficina. Sesshomaru está mirando unos papeles mientras está sentado en su escritorio llamando por teléfono. Luce un traje oscuro, con corbata del mismo color. Se jala el cabello frustrado. Al parecer la persona con la que habla no acepta lo que él propone.

Me siento en la silla, enfrente suyo. Miro detenidamente el cuadro que tiene a su costado. Parece ser un río. Pongo más atención para tratar de visualizarla y saber qué río es, pero su voz me asusta, haciendo que dé un salto en mi lugar.

-¿Estás bien? -Preguntó.

-Sí, sí -Contesté nerviosa.

-Qué bueno que pudiste darte el tiempo de venir -Decía apacible.

-Bueno, ya estoy aquí.

-Verás, hace días estuve pensando que quizá tú serías muy buena trabajando en el periódico.

Lo miré sorprendida, ¡Oh no!, acaso él...

-¿Qué es lo que pretendes? -Pregunté asustada.

-Supongo que ya lo intuyes, es simple Rin -Algo en su voz me hizo darme cuenta de sus intenciones -Quiero que trabajes en el periódico.

No podía con mi impresión, si es cierto que hace mucho tiempo había intentado entrar a trabajar ahí, pero mi currículum fue rechazado.

-N-no, no sé qué decirte.

-La entrevista será mañana a primera hora. Mi corazón no cabía de la emoción, quería... ¡Oh! Cuánto quería llorar de la emoción.

-¿De verdad? -Él asintió suavemente.

Mis ojos no lo ocultaron más y las lágrimas se acumularon, sentía un nudo en la garganta, quería agradecerle, pero temía que si hablaba mis ojos derramarían las gotas de agua que retenía con ímpetu.

Él me tendió un pañuelo, limpié mis lágrimas y pronuncié despacio: -Gracias -Él se levantó del escritorio y rápido fue a mi lado. Se quedó viéndome mientras secaba mis ojos -No creas que lloro de tristeza. Es todo lo contrario, estoy feliz -Levante la mirada, su rostro estaba con una media sonrisa. No lo dude más y me levanté a abrazarlo fuerte. Su aroma seguía siendo delicioso, era diferente al de hace unos años, pero eso no quitaba que era mejor.

Sus brazos cálidos correspondieron, al principio fue a penas un roce de nuestras pieles, no obstante, cuando él escuchó mis sollozos, estos me acorralaron, haciendo mucho más placentero el abrazo.

Estábamos inmersos en nuestro encuentro, que la voz de la secretaria nos hizo separarnos rápidamente.

-Señor, su junta con los inversionistas europeos -Parecía impaciente.

Él se aclaró su garganta y contestó: -En un momento voy.

Yo no sabía qué hacer, sentía una vergüenza extrema, hasta sentí la mirada acusadora de la secretaria.

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