My Ideal Boy

🥀 27: Yo no te pedí que hicieras eso

Primero de septiembre había llegado, y desde que Max se fue de su casa no volvió a saber nada de él, y tampoco podía comunicarse o saber cómo estaba, Carsten le dijo que se la pasaba en su oficina día y noche y que muy pocas veces salía de ella, ahora, prácticamente vivía en su empresa.

—¿Pero está bien? ¿Está comiendo a tiempo? Dime algo por favor —pidió Evangeline al hombre que estaba frente a ella.

Carsten había decidido ir a visitarla a la universidad después de enterarse que los padres de la chica le habían prohibido las salidas y eran ellos los que la llevaban a la universidad y tienen pasaban a recogerla, era una prisión estar encerrada todo el tiempo, aquí aplicaba la de: "De la casa a la universidad y de la universidad a la casa".

—No lo sé, no acepta visitas de nadie, solo Dala tiene permiso para entrar a su oficina —responde Carsten.

—Estoy segura que ya tiene como mínimo 1000 mensajes míos y no me ha contestado ninguno, ¿no le ha pasado nada verdad? —preguntó Evangeline haciendo un mini puchero, estaba muy preocupada por Max y él ni siquiera le llamaba para decirle que estaba bien ni nada.

—No que yo sepa —contesta.

—¿Podrías llevarme? Es su cumpleaños y quiero darle esto —murmura mostrando la pequeña caja en sus manos.

—¿Y tus padres? —pregunta—. Falta poco para que vengan por ti.

—En este momento lo único que me interesa es verlo, después me inventaré algo, llévame a verlo por favor —rogó la azabache mirando directo a los ojos de Carsten.

—No pongas esos ojos —dijo Carsten con una sonrisa—, sabes que no me puedo negar si me lo pides de esa manera.

Evangeline sonrió apenas y se encaminaron hasta el auto del mayor, Carsten fue muy caballeroso al abrir la puerta por ella y luego subir a su lado, saliendo de la universidad pudieron ver el auto de Ismael estacionarse frente al enorme portón de entrada, gracias a los oscuros vidrios del auto de Schmidt no pudieron ver que era ella la que iba saliendo de la institución.

—Me van a matar cuando se entere —dijo Evangeline—. Luego habrá momento para arrepentirse y pedir disculpas.

🥀

—Hola, Dala —saludó Evangeline a la joven que estaba afuera de la oficina de Max—. ¿Está adentro?

—Hola, Evangeline —correspondió Dala con una sonrisa—, si, hace tres días que no sale, solo pide sus cambios de ropa y café —informa.

—Voy a entrar, ¿sí? No le avises —pidió.

—Claro, adelante —sonrió la mujer.

Evangeline se adentró lentamente a la oficina del pelinegro, dejando a Carsten charlando con Dala, cuando estuvo adentro por completo, observó a Max sumergido en aquella pila de papeles sobre su escritorio, había más documentos de los que Evangeline pudo haber visto en su vida.

El hombre había escuchado la puerta abrirse y cerrarse poco después, por lo que supuso era Dala.

—¿Qué sucede, Dala? —cuestionó sin levantar la vista de los papeles en su escritorio.

—Sucede que hace tres días que no sé nada de ti, sucede que hace tres días que no respondes los mensajes que te he enviado, sucede que he estado preocupada por ti y ni siquiera tuviste la decencia de llamarme y decirme que estabas bien y que no me preocupara —responde la chica ignorando las ganas de llorar tan horribles que sentía en ese momento, Max levantó su azulada vista y la posó en los ámbar de Evangeline.