🥀 15: ¡TÚ gato casi me come viva!

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—¡¿Cómo que metiste a un desconocido a la casa?! —exclamó Samira molesta.

—¡Baja la voz! —chilló Evangeline en un susurró, sonriendo apenada a todos los clientes que voltearon a verlas.

—No me pidas que baje la voz —advirtió Samira alzando su dedo índice señalándole con el mismo—. Metiste a un desconocido, que ni siquiera sabes cuántos años tiene, dónde vive, qué hace, cómo se gana la vida, y estoy segura de que ni siquiera sabes si tiene algún trabajo.

—Bueno... —murmuró bajo la mirada jurídica que le estaba dando Samira, se sentía tan expuesta tan transparente cada que la veía así—. Es ingeniero mecánico, se llama Max Alexander Grey...

—¿Y? De todas las cosas que mencioné solo sabes dos —dijo Samira con los brazos cruzados.

—Ya no me regañes, te cuento esto porque eres mi mejor amiga —habló Evangeline con un mohín plasmado en sus algo regordetes labios.

—Y agradezco la confianza pero es que tú también, cómo puedes meter a un desconocido a la casa, por Dios, a Ismael y a Emma seguro les dará mil infartos cuando se den cuenta —comenta la castaña observando por la ventana de cristal que tenían frente a ellas.

—Y por eso necesito de tú ayuda —responde sabiendo que posiblemente Samira le diga que no cuando ni siquiera haya terminado de hablar.

—¿Con qué? —inquirió alzando una ceja mientras la observaba fijamente.

—Tus padres están de viaje, ¿verdad?

—Ahah.

—¿Puedo quedarme en tu casa esta noche? —cuestionó Evangeline tomando las manos de su mejor amiga.

—Sabes que no tienes que preguntar, pero ¿por qué precisamente hoy? —preguntó.

—Necesito ir aquí a las 7:00 de la noche —contestó sacando la tarjeta que Max le había mandado con Carsten—. Y sé que Emiliano jamás me dejaría y me mantendría vigilada.

—A ver, ¿por qué razón, motivo o circunstancia crees que YO voy a dejar que vayas a ese lugar y peor aún, a esa hora? —indagó soltando el agarre entre sus manos.

—Samira por favor —pidió juntando sus manos como si estuviera rezando—. No tengo a nadie más que a ti para que me ayude en esto.

—Si en un dado caso te ayudo, ¿en qué se supone que irás a ese lugar? Porque por lo que tengo entendido queda muy lejos de casa —afirmó.

—No te preocupes, ya he contratado un Uber —sonrió gallarda la azabache.

—Cuando te conviene sí que piensas en las cosas —regañó Samira.

—¿Entonces? ¿Me ayudarás? —preguntó expectante la joven.

Samira no respondió y solamente asintió, sonriendo cuando sintió el abrazo de la azabache estrujar su cuerpo, Evangeline se alejó un poco para tomarla de los hombros y sacudirla.

—¡Gracias, eres la mejor! —chilló entre las sacudidas que le daba, haciéndola reír.

—No hagas eso, me mareo —contesta logrando que la morocha se detuviera.

—Eres la mejor —aclaró Evangeline dejando un beso en la cabeza de Samira.

—Lo sé —respondió orgullosa la otra.

—Oye —llamó, ganando otra vez la atención de la castaña—. ¿Me puedes enseñar a preparar café?

—Pero si tu no tomas café —contrarrestó Samira entrecerrando sus almendrados ojos.

My Ideal BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora