🥀 32: ¡¿Queríasabersitequierescasarconmigo?!

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El día estaba hermoso, el cantar de los pajaritos hacían eco por toda la habitación y la fresca brisa entraba por la ventana apenas abierta.

El primero en despertar fue Max, quien con una sonrisa de oreja a oreja besó delicadamente la cabellera de Evangeline para después levantarse en silencio tratando de no despertar a la chica.

Salió de la habitación y fue hasta la cocina para preparar algo de comer, este día tenía un muy buen humor, estaba más que feliz tenía a la chica que siempre quiso durmiendo plenamente en su cama y con eso podría decir que ya lo tiene absolutamente todo.

Después de una media hora, acaba de preparar la comida, lo colocó en una bandeja y se encaminó rumbo a la habitación nuevamente, observando a la azabache removerse entre las sábanas, quedando boca abajo, dejando al descubierto su espalda.

Su sonrisa decae al momento de observar aquel tatuaje en la piel de su chica, aquello le hace recordar tiempo atrás cuando la joven le contó su historia con Alejandro, haciendo que su corazón se estrujara, todo lo que sufrió al lado de aquel imbécil estaba plasmado en aquel tatuaje de "Medusa" que tenía en la espalda.

Si bien, sabía que tenía tatuajes, no esperaba que fuese ese y mucho menos que lo tuviera en la espalda, por esa razón quizás nunca había visto a Evangeline con ropa que mantuviera su espalda descubierta, siempre eran prendas que ocultaba a más no poder su cuerpo, y ahora entendía todo a la perfección.

Fingió una sonrisa y terminó de acercarse hasta donde estaba ella, dejó la bandeja en la pequeña mesita de noche y tomó asiento a la orilla de la suave cama, se acercó un poco besando la mejilla de la azabache para tratar de despertarla, más ella estaba en un profundo, profundo sueño, nada extraño viniendo de Evangeline.

Max sonrió como idiota, sabiendo que esa mañana sería una de las muchas que tendría, y no podría estar más que feliz de poder hacer lo mismo todos los días de su vida hasta que muera.

Sopló despacio en el rostro de la chica, acarició su cabello, pero definitivamente caricias delicadas no la despertarian.

—Irene... —susurró, pero nada.

—Evangeline... —intentó de nuevo, pero aquella seguía dormida.

—Linney... —nada.

—Hermosa... —aquel susurro provocó una sonrisa en Evangeline provocando que su teatro de hacerse la dormida finalizara con una suave carcajada proveniente de Max.

—Buenos días... —murmura Evangeline levantándose para poder sentarse en la cama y tratar de cubrirse con las blancas sábanas.

—¿Buenos días? —pregunta Max con una sonrisa—. Son pasadas las dos de la tarde.

—¿En serio? —cuestiona incrédula la azabache, viendo a Max asentir para luego mostrarle su móvil encendido, en donde se podía apreciar la hora y el fondo de pantalla donde aparecen ellos dos, tomados de la mano con el mar y la arena de fondo.

—Dormimos mucho —sonríe recordando la noche anterior sonrojándose a más no poder.

—¿Qué sucede? —sonríe divertido el peliazul—. ¿Estás pensando en cosas indebidas? —pregunta con burla, haciendo que la azabache aumente su sonrojo.

—¡Claro que no! —chilla avergonzada, cubriéndose hasta la cabeza con aquella sábana.

—¿Ah no? Entonces... —alarga la palabra, tomando la sábana con suavidad, dejándola hasta ver el rojo rostro de la menor—, ¿en qué pensabas?

—E-en nada —afirma entre tartamudeos, logrando que el peliazul soltará una nueva carcajada—. No te rías —amenaza la chica con los ojos entrecerrados.

My Ideal BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora