Capítulo 14

66 7 0
                                    

Nocturno estaba rodeado de pergaminos. Pilas de pergaminos, paredes de pergaminos de hasta diez dragones, pergaminos hasta donde alcanzaba la vista en todas direcciones.

Su intensa alegría, ¡tanto para leer! Seguramente todo lo que pudiera desear tenía que estar aquí, todas las respuestas a todas sus preguntas, combatidas con una ansiedad profunda y paralizante. ¿Cómo iba ha aprender todo esto? ¿Cómo podría leerlo todo antes de la prueba?

¿Cuál era la prueba? Algo sobre alas de fuego. Tenía que haber un pergamino con alas de fuego aquí.

-Ups-, dijo una voz desde el siguiente pasillo mientras una pila de pergaminos caía, esparciéndose alrededor de las garras de Nocturno. El rostro de Cieno asomó entre los restos y sonrió a Nocturno. -Oh hola. Ahí estas.-

-Cieno, ten cuidado-, dijo Nocturno. Comenzó a recoger pergaminos y volver ha apilarlos tan ordenadamente como pudo. -Necesitamos todo esto-.

-¿Los necesitamos?- Cieno arrugó el hocico. -¿La profecía dice "Un montón de pergaminos vienen a salvar el día?" Es curioso, no recuerdo esa parte-.

Nocturno lo miró y tomó el siguiente pergamino. "Cómo liberar a los prisioneros Alas Lluviosas". -¿Ves?- dijo, agitando el dedo hacia Cieno. -Todas las respuestas que necesitamos-. Lo desenrolló con entusiasmo, solo para encontrarlo completamente en blanco por dentro. Un pergamino liso y vacío le devolvió la mirada, indiferente a su decepción.

-Vamos afuera-, dijo Cieno. -Nos vendría bien tu ayuda-.

-No puedo. Tengo que leer todos estos primero-. Nocturno comenzó ha extender sus alas, derribó otra pila de pergaminos y giró en un círculo agitado. ¿Se habían vuelto más altas las paredes de pergaminos? Cogió otro pergamino: "Secretos de los Alas Nocturnas". -Eso es lo que necesito-, murmuró, abriéndolo. Pero también estaba en blanco.

Cieno todavía estaba esperando. -No puedo ayudarte hasta que sepa todo-

Nocturno se lo contó. -Debería quedarme aquí. No tomará mucho tiempo. Pronto sabré mucho más de lo que sé ahora. Pero todavía no puedo salir-. Sacó un pergamino dorado reluciente de un montón. Seguramente algo tan hermoso tenía que tener algo útil.

"Cómo decirle a Sol que la amas".

Nocturno suspiró. Lo sabía antes de desenrollarlo: en blanco, en blanco, en blanco.

-Nocturno-, dijo Cieno. -Nocturno. Vamos. Apúrate. Nocturno, se va a alguna parte, vamos-.

Ya no era la voz de Cieno, y alguien estaba sacudiendo su hombro, y Nocturno parpadeó despierto, confuso y todavía con sueño.

-Vamos-, susurró Profecía de nuevo. -Fulgor acaba de salir a hurtadillas. Sigámoslo, rápido-.

-¿Por qué?- Nocturno murmuró, frotándose los ojos. -No sabrá dónde está la reina-.

Pero Profecía ya se apresuraba hacia la puerta. Se estiró, sabiendo que definitivamente no había dormido lo suficiente, y la siguió.

La cola roja de Fulgor estaba desapareciendo en una esquina al final del pasillo. Profecía y Nocturno se apresuraron silenciosamente detrás de él. Ella no habló, así que él también guardó silencio. Su sueño lo había dejado sintiéndose perturbado, como si hubiera olvidado algo realmente importante... alguien a quien tenía que advertir.

Pronto Fulgor encontró una larga escalera que serpenteaba hacia abajo, hacia abajo y hacia abajo a través de la fortaleza, cada nivel más oscuro que el anterior a pesar del resplandor de carbón en las paredes. Se detuvo un par de veces, escuchando, y Profecía y Nocturno también se detuvieron, agachando la cabeza y dejando que las sombras envolvieran sus escamas negras.

Alas de Fuego: El Secreto OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora