Dos horas después, el ejército de la Reina Gloria estaba en movimiento.
El sol comenzaba a hundirse debajo de los árboles. Todavía no estaba oscuro aquí, pero lo haría pronto.
Nocturno clavó sus garras en el barro junto al arroyo, tratando de vencer su terror. El claro estaba lleno de actividad, pero era una actividad inquietante, porque la mayoría de los dragones reunidos eran esencialmente invisibles, cuidadosamente camuflados contra el fondo. Nocturno seguía siendo golpeado y empujado por lo que parecía ser aire vacío.
Tsunami estaba tratando de hacer que todos los Alas Lluviosas la miraran y se callaran para que pudiera darles un discurso de batalla entusiasta. El hecho de que esto estuviera resultando difícil no presagiaba nada bueno para el ataque general, pensó Nocturno con ansiedad.
-Nocturno-, dijo Gloria, materializándose a su lado. Sus escamas brillaron de verde oscuro a una especie de azul pálido de aspecto preocupado. -¿Estás bien?-
-Supongo-, dijo Nocturno. Pasó de un pie a otro. -Ya sabes. Nervioso.-
-¿Quieres quedarte aquí?- le preguntó en voz baja. -Lo entendería si lo haces-.
-¡No!- Dijo Nocturno. -Quiero decir, no debería. No puedo.- Miró a Sol, que estaba clasificando montones de dardos para dormir en pequeñas bolsas que podían pasar por encima de los cuellos de los Alas Lluviosas. No tenía ninguna de las armas que tenían otros dragones: ni veneno, ni camuflaje, ni escamas a prueba de fuego como Cieno, ni siquiera la púa de cola venenosa que debería tener un Ala Arenosa. Nunca la dejaría ir a una batalla sin él. ¿Quedarse atrás mientras sus amigos se lanzaban al peligro? ¿Cómo podría ella amarlo si él tomaba esa decisión? -Prometo que no tendré miedo-.
-Es normal tener miedo-, dijo Gloria. -Estoy asustada. Tendrías que estar loco para no estarlo... bueno, loco o ser Tsunami, que es básicamente lo mismo. Solo tienes que dejar eso a un lado y hacer lo que tengas que hacer de todos modos. Pero he querido decir, ¿quieres quedarte aquí porque vamos a luchar contra tu tribu? Si es mucho pedir, entiendo si quieres sentarte fuera de esta-.
-No son mi tribu-, dijo Nocturno. -Eres tú. Tú, Sol, Tsunami y Cieno-.
-Oh, gran idiota-, dijo, pero las puntas de sus alas se pusieron de color rosa, y él sabía que Gloria se sentía de la misma manera incluso si nunca lo decía en voz alta. -Está bien-, dijo, dándole un puñetazo en el hombro, un raro gesto de afecto físico por su parte. -Vamos a cambiar el mundo-.
Saltó a la abertura del túnel y convocó la primera ola de Alas Lluviosas con un movimiento de su cola. Se acurrucaron, escuchando sus órdenes.
Nocturno miró a Sol de nuevo.
<<Podría morir hoy>>.
<<¿Y si ella nunca lo sabe?>>
<<¿Qué pasa si muero sin decirle nunca cómo me siento?>>
Levantó la cara hacia el sol poniente. Había engañado a los guardias Alas Nocturnas. Había escapado de la isla Ala Nocturna. Seguramente podría decir tres palabras a un dragón.
Cuando miró hacia abajo de nuevo, Sol estaba justo frente a él. Su corazón se detuvo como si alguien lo hubiera envuelto con garras feroces.
-Vamos a estar bien-, le dijo, agitando sus alas. -Solo piensa en la profecía. Tenemos que estar vivos para detener la guerra, ¿verdad? Entonces no podemos morir hoy. ¿No es reconfortante?-
-Ojalá tuviera tu optimismo-, dijo.
-No es optimismo-, objetó. -Es la fe. Hay una razón por la que estamos aquí. Lo que hacemos hoy es parte de ello, pero también hay más, y tenemos que sobrevivir para que todo suceda-. Su sonrisa le hizo sentir como si un rayo crepitara bajo sus escamas.
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Alas de Fuego: El Secreto Oscuro
AdventureLa exitosa saga ALAS DE FUEGO del New York Times vuela a la misteriosa tierra de los Alas Nocturnas, donde Nocturno debe enfrentarse a una terrible elección: ¿Su tribu o sus amigos? En las sombras, se están elaborando problemas... Los misteriosos Al...