Capítulo 20

64 6 3
                                    

Genio respiró hondo mientras entraban a la biblioteca.

-Hay algo en el olor de los pergaminos que siempre me calma-, dijo, agitando una garra por las paredes.

-A mi también-, admitió Nocturno de mala gana. No quería creer que tuviera algo en común con su padre.

Le asustaba pensar en cómo habría resultado si se hubiera criado en la isla Ala Nocturna. ¿Genio lo habría tomado bajo su protección? ¿Nocturno lo ayudaría a torturar a los Alas Lluviosas sin sentir culpa ni remordimiento? ¿Estaría inventando nuevos experimentos horribles para probarlos, sin pensar nunca en cómo son dragones reales a los que estaba haciendo daño?

Comería animales podridos y estudiaría con los otros Alas Nocturnas y discutiría con Fauces, y creería, como el resto de ellos, que era superior a todos los demás dragones del mundo.

Excepto que Nocturno no tenía poderes, por lo que eventualmente habría sido un marginado, incluso si hubiera crecido aquí. Él nunca habría pertenecido a aquel lugar.

No es que quisiera... pero tampoco quería ser un inútil.

-Veamos-, dijo Genio, estudiando el gran pergamino del catálogo en la mesa principal. Cada extremo del pergamino se enrollaba alrededor de un eje con un mango que se podía girar para navegar rápidamente a través de todo. Genio giró el pergamino rápidamente a través de las R y se detuvo en Récords Medicinales.

-Mmm.- Dio unos golpecitos con las garras en la lista y luego se volvió hacia los nichos de la pared. -Ayúdame a pensar en algo, hijo. La reina está muy enojada por lo que le sucedió al dragonet Ala Celeste. Me temo que estará muerto por la mañana si no encontramos alguna forma de combatir el veneno de Ala Arenosa. Lo cual aparentemente es mi responsabilidad, por alguna razón, como si aún no estuviera abrumado tratando de construir cascos a prueba de veneno para toda la tribu Ala Nocturna en dos días, usando solo mi prototipo lamentablemente defectuoso, que la reina dice que es simplemente lo que tendré que hacer por ahora.- Hizo una pausa para respirar, sacando pergaminos y metiéndolos bajo un ala.

-¿Has dicho dos días?- Nocturno hizo eco, tratando de sonar casual.

-En caso de que el consejo vote a favor de atacar-, respondió Genio con un bufido. -Traté de decirles que mi investigación aún está incompleta y no puedo garantizar que ninguna operación se realice sin problemas-.

<<Estoy bastante seguro de que puedo garantizar que no será así>>, pensó Nocturno, recordando la expresión del rostro de Gloria.

Genio movió la cola. -Entonces, si tiene alguna idea, escuchémosla. El problema es que, naturalmente, nunca he estudiado el veneno de Ala Arenosa, las órdenes eran no hacer nada para antagonizar a nuestro aliado, pero si se parece al veneno de Ala Lluviosa, no hay nada que contrarreste sus efectos-.

Nocturno parpadeó sorprendido. ¿Su padre no se había dado cuenta de que el antídoto contra el veneno de Ala Lluviosa era el veneno de un pariente de sangre?

Fue bastante impresionante que ninguno de los prisioneros Alas Lluviosas hubiera revelado esa información. Quizás eran un poco más duros e inteligentes de lo que Nocturno les había dado crédito.

También fue interesante que los Alas Nocturnas parecían tener tanto conocimiento (toda esta biblioteca llena de pergaminos) y, sin embargo, no sabían algo tan esencial como cómo curar a alguien que había sido apuñalado por un Ala Arenosa. Sol había podido sacar esa información a Llamas en cuestión de minutos.

<<Quizás esa sea una desventaja de permanecer aislado>>, pensó Nocturno. <<Se mantienen separados para parecer más poderosos y, sin embargo, están aislados de tanto conocimiento potencial. Si no se sintieran superiores a todos los demás dragones, tal vez serían mejores escuchándolos, y tal vez aprenderían algo nuevo>>.

Alas de Fuego: El Secreto OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora