Capítulo 37: Revelaciones

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Capítulo 37: Revelaciones

I

-¿Enserio tienes que ir?

La decepcionada voz proviene de una mujer al costado de un hombre. Sostiene su brazo derecho como si de un niño que no quiere alejarse de la madre se tratase mientras pasean por la orilla de un frío lago
Ella viste un grueso abrigo color blanco, tan largo que llega a taparle el cuerpo entero hasta las rodillas, un alivio para la ventisca que se acababa de levantar
Sus ojos permanecen cerrados, dejándose guiar por el hombre de mediana edad que sonríe como si llegara navidad

-Sabes que me pagaron por adelantado, y yo siempre cumplo mis encargos –Responde Edward Gideon con tono despreocupado. Total, es un trabajo más, como cualquier otro, piensa
-Es que esperaba pasar tiempo contigo mientras me adapto a la nueva casa
-No te preocupes. Con este y uno o dos trabajos más tendremos lo suficiente para abrir el salón de té, y ahí suplicarás para que te deje en paz y me vaya a trabajar
-A mí me gusta que estés encima de mí
-Demonios mujer, no podemos tener sexo en frente de los clientes

La mujer le da un fuerte bofetón, que sumado al frío solo duele más. Ambos ríen como adolescentes recién enamorados, a pesar de que llevan casi cinco años juntos

-No hagas esa clase de chistes frente a mi hermana y su hijo
-¿Tienes miedo de que sepa que eres la pervertida de la relación?
-Basta, no soy una degenerada como tu
-¡JA!
-¡No te rías!
-¡JAJAJAJA!
-¡EDWARD!

II

Gideon se aparece en el callejón vacío detrás de una iglesia frente a una gran posada. La capilla está aparentemente abandonada o con poco uso, quizá debido a que la poca gente que vive en ese poblado
Al salir del callejón mira hacia ambos lados, no hay un alma en la calle debido a la nevada que se había intensificado a inicios del anochecer. Se dirige en dirección a la posada y antes de ingresar, se limpia un poco de la nieve que había caído sobre su campera roja. La posada es muy grande, en su planta baja cuenta con una modesta cafetería que de noche funge de taberna, y en las plantas superiores tienen habitaciones para los viajeros. Hay algunas personas dentro, desde parejas pasando un buen rato; hasta amigos riendo sin parar; y como no, algunas almas solitarias
Gideon decide sentarse en una mesa en el fondo más oscuro del lugar. No le gusta ser observado, y menos aún en horario laboral
Una mujer se le acerca, le deja un vaso de vidrio sobre la mesa y luego le sirve de una botellita de cerveza destapada

Su nombre es Samantha. Es una mujer joven y de altura mediana, quizá un poco más chica que el resto de mujeres de su edad. Su pelo es de color castaño y lo tiene atado en una cola de caballo con un listón turquesa. Viste de manera sencilla y lleva un delantal de mezclilla que cuelga hasta arriba de sus rodillas

-Invitación de la casa
-¿Perdón? –Cuestiona Gideon
-Era el pedido de una mesa pero se arrepintió cuando ya la había destapado
-Espera, te pag...
La mujer rechaza amablemente –No te preocupes, la mesa igualmente me lo ha pagado
-Bueno, muchas gracias
-¿Vienes por trabajo?
-Sí, ¿Cómo lo supiste?
-Conozco a todos en este pueblo, y tampoco es el lugar como para que la gente venga a vacacionar, así que el único motivo para que estés aquí es por negocios

Sí, es la misma conversación de siempre. Ella ve llegar a una persona y se acerca a darle charla, le encanta hablar con gente nueva. Si ella en verdad supiese que ha hablado cientos de veces con ese hombre, ¿Qué pensaría?
Gideon sabe su comida favorita; cual es la música que la alegra y la que la pone triste; los nombres de sus padres, hermanos y sobrinos; también de aquel ex novio que la terminó dejando para irse a vivir a otro lugar. Cientos de conversaciones son las que recuerdan Gideon, pero para ella, solo sigue siendo otro extraño que no ha visto en su vida

Entre Luces y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora