Somos vos y yo

9- Los niños.

La mañana estaba tranquila y como todos los días desde hace unos años; Yeimy conducía hacia el colegio de sus hijos. Mateo y Erick iban en la parte de atrás con sus respectivas sillas de seguridad.

(...)

Al dejar a los niños en el colegio, se dirigió nuevamente a su carro para ir a la empresa. Caminaba tranquila cuando un carro se le atravesó.

- Ay hijupu.... ¿No ve por dónde va o qué? - gritó alterada.

La puerta del carro se abrió rápidamente y se congeló al ver de quien se trataba.

- No me puede estar pasando esto a mí - susurró para después apretar su labio inferior y darse la vuelta con las manos en su cabeza.

- Perdón - jadeó Charly apenado. - ¿Estás bien? - preguntó con preocupación.

- Si, si - murmuró nerviosa.

- Es que llegamos tarde  - dijo viendo hacia el carro.

La mirada de Yeimy se dirigió hacia el carro; la puerta trasera se abrió y de dentro salió una pequeña niña, más o menos de la misma edad de sus niños; cabello liso; largo y rubio. Ojos color cielo y un rostro que casi era perfecto. La observó con detenimiento por varios segundos mientras la niña se acercaba. Sabía perfectamente de quién se trataba ya que Charly era la sensación del momento y su vida no era para nada privada ya que Gema compartía en todas las redes sociales cada paso que daban, y no es que los siguiera, simplemente era imposible no enterarse de la gran vida de los Cruz.

- Hola - saludó la niña con un poco de pena.

- Hola - sonrió Yeimy con ternura.

- Pa, ¿quién es ella? - susurró en cuanto estuvo muy cerquita de su papá.

La mirada de Charly osciló un par de veces entre la niña y la mujer que tenía enfrente.

- Eh... Yeimy, una vieja amiga - sonrió al fin. - Ella es Vanesa, mi hija - dijo para después tragar saliva.

- Un placer - sonrió ella, mirando hacia la niña.

- ¿Vos qué hacés acá? - preguntó Charly con el ceño fruncido.

- Creo que es algo obvio, ¿no? - contestó ella seria.

- ¿Tenés hijos? - preguntó sorprendido.

- Ay, hacete Charly - frunció el ceño.

- ¿Qué? - dijo confundido.

- Pa, voy a llegar tarde mi primer día - protestó la niña.

- Ya vamos mi amor, esperate - dijo él. - Yo no sabía - sonrió desconcertado.

- No se preocupe - susurró ella. - Vaya, no haga llegar tarde a la niña - asintió. - Está muy bonita por cierto - dijo dedicándole una pequeña sonrisa cerrada.

- Gracias - asintió él con una sonrisa.

(...)

Estaba en su oficina; tan vacía; tan silenciosa. Había tanto por hacer y Yeimy solo pensaba en esa niña. ¿Cómo se suponía qué tenía que reaccionar? Tenía la misma edad que sus hijos y probablemente se conocieran en el colegio. Los hermanos se reunirían allí y no lo sabrían.

Tocaron la puerta pero ella no contestó.

Volvieron a tocar pero esta vez comenzó a abrirse lentamente.

- ¿Yeimy?

- ¿Si? - preguntó ella saliendo de sus pensamientos.

- ¿Así me recibís después de estos meses lejos? - frunció el ceño.