25- Soluciones.

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Sus ojos se abrieron rápidamente; su respiración estaba agitada y las lágrimas no paraban de salir de sus ojos. Se sentó en la cama y rodeó sus rodillas con los brazos; hundiendo su rostro en el espacio entre su pecho y ellas. Los sollozos comenzaron a inundar la habitación silenciosa.

La cama se hundió a su lado y pronto sintió las manos de Charly sobre sus mejillas. - ¿Qué pasa? - preguntó preocupado. - Yeimy, ¿qué pasa?

Ella lo miró con el ceño fruncido y trató de guardar sus lágrimas. - ¿Qué hacés acá? - preguntó en un tono ahogado.

- Estaba en el baño - señaló hacia el baño de la habitación. - Volví a la habitación porque no quería irme a dormir cuando habíamos discutido, pero ya estabas dormida y antes que me digás nada, me quedé en ese sofá - señaló rápidamente donde se encontraba este.

Yeimy miró hacia otro lado, esquivando la mirada de Charly.

- ¿Qué pasa? - susurró él con una mirada significativa. - Podés confiar en mí.

- Estoy cansada - susurró con la mirada vacía. - Me voy a dormir - mencionó mientras se recostaba en la cama.

- Ok, yo me quedo con vos - dijo caminando hacia el sofá pero la voz de Yeimy lo detuvo.

- Charly.

Él se dio la vuelta y alzó las cejas. - ¿Mh?

La duda en la mirada de Yeimy se mantuvo varios segundos - ¿Me abrazás hasta que me duerma? - susurró.

Charly movió apenas la comisura de sus labios hacia arriba y asintió; caminó hacia la cama y se recostó a su lado. La espalda de Yeimy chocaba con su cuerpo; su brazo izquierdo rodeó la cintura de esta y se aferró a ella; la respiración de Yeimy iba volviéndose más amena mientras él le acariciaba su cabello. Esa noche, ella descubrió que no había otro lugar en el mundo donde quisise estar; los brazos y caricias de Charly hacían que se sintiera segura, cómo si nada malo pudiera pasarle estando con él.

Al día siguiente, cuando ella abrió sus ojos, se encontró con el rostro de aquel hombre de tez blanca y barba negra a unos pocos centímetros del suyo. Lo admiró por un buen rato, tratando de entender cómo era capaz de sentir tanto por él, cuando hacía unos meses atrás no podía siquiera oír su nombre. - ¿Qué me hiciste Carlos Cruz? - suspiró mientras acariciaba su cabello.

Poco a poco comenzó a recordar su sueño y la experiencia tan vivida que había tenido allí. La voz, esa voz se le hacía familiar, era la misma voz de aquel hombre que había abusado de ella hacía tanto tiempo, cuando ella sólo era una niña, pero había algo más allí. Giró su cuerpo para mirar hacia el techo y colocó sus manos sobre su cabeza.

Charly abrió sus ojitos lentamente y observó cómo ella estaba en un estado pensativo; frunció el ceño por la luz en sus ojos y comenzó a frotarlos con su mano. - ¿Estás bien? - susurró.

Yeimy ladeó su cabeza para observarlo y asintió un poco seria.

- Perdón, me quedé dormido - dijo un poco somnoliento. - Ya me voy - susurró tratando de sentarse.

- Gracias - susurró ella con una mirada más relajada.

- ¿Por qué?

- Por quedarte conmigo anoche.

Él asintió. - ¿Puedo pasar al baño?

Ella asintió y apretó los labios.

Cuando Charly salió del baño, se encontró con Yeimy; se estaba colocando una blusa. Sus ojos fueron de sus pies hacia su cabeza; repasando su cuerpo varias veces hasta que cerró los ojos y suspiró muy profundo; pensando que esa mujer lo volvía completamente loco y que un día, lo iba a matar. Ella se volteó para encontrarse con su mirada azul turquesa, sosteniendole la mirada fijamente.

Somos vos y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora