IV - Lady Whistledown (Parte 1)

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Habían sucedido cosas.
Y habían comenzado a hablarse de cosas. La gente sabía que ella había salido, no podía evitar no escribirlo, o sabrían.

Era lo único malo de que tuviera una identidad secreta.
Sentada en su escritorio con las hojas, la pluma y el tintero comenzó a escribir para que la gente dejara de hablar.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN

Hablemos de amigos y enemigos.
Esta autora dificilmente podría decir que tiene amigos, pues es cierto que no soy una vieja ermitaña. Cuento con personas que son leales a mí. Pero sí hablamos de amigos, la señorita Penélope Featherington tiene uno y muy encantador, nada menos que el señor Colin Bridgerton. Muchas amistades han llegado a darles a muchos la más real de las uniones, incluso más que los mismos matrimonios. En lugares públicos se ha visto al "diamante" reír, bromear y ser menos tensa cuando el señor Colin Bridgerton está cerca. Sé de buena fuente que esto ha sido de esta manera por años pues, los vizcondes Bridgerton, antes de su mudanza a la ciudad, invitaron a muchos hijos de amigos nobles a su casa ancestral para que fueran amigos de sus hijos.

Nadie pensaría ni por un segundo que el señor Bridgerton estuviera interesado desde entonces en una niña pequeña que de seguro ve como una de sus hermanas hasta la actualidad. Me atrevo a conjeturar que el rumor de que sus paseos y conversaciones siendo interpretadas a conveniencia son producto de la envidia. Y ahí es donde caemos en los enemigos.

Desde que fue declarada cómo "Diamante", la señorita Penélope hizo enemigas. Doscientas jóvenes que querían su posición y favor de la reina, y solo puedo decir...

¿Para qué? ¿Realmente es importante ser un diamante? ¿Qué es lo que hay que probar y a quien se lo quieren demostrar? La temporada solo es otro mercado de carne en dónde las señoritas son expuestas cómo tristes cerdas por sus madres, esperando un futuro que les convenga con un hombre que posea un título pero que muchos son solo adornos pues, a decir verdad, están endeudados hasta el cuello.

Tal vez la solución simple sea que las damas se les permita tener mejores amigos que ayuden a protegerlas... En ese caso, ¡Hurra por la señorita Penélope quien ya encontró al suyo!

Saludos cordiales, Lady Whistledown.

El manuscrito fue publicado un lunes en la mañana y le encantó ese golpe. Los rumores cesaron y pudo ir con más tranquilidad a la casa Bridgerton aquella tarde. —Hola a todos. ¡Eloise!

—Ahora charla. Espera tu turno, Colin. –Dijo Eloise riéndose de su hermano y llevándose a Pen a su cuarto. —Lo leí en Whistledown, tú y Colin. Harían linda pareja, ¿No crees?

—Ay, Dios. Lo leíste. No... Eso dice que somos amigos. Además, Eloise... Tu hermano está enamorado de alguien más, me lo confesó. Ama a una chica, la ha amado por años. No dijo nombres pero... No sé, me siento rara. Él merece que lo quieran.

—Benedict y Colin son mis hermanos favoritos, los dos merecen amor. –Dijo Eloise con cariño. —No digas que lo dije. Yo creo que a ti te gusta Colin, para mí es obvio, te agrada, eres risueña cuando él está cerca, amas sus bromas y son pésimas bromas, y vas por ahí a escondidas con él. Con ningún pretendiente has hecho eso. ¿No te imaginas con Colin?

Penélope lo intentó, Eloise tenía un punto, a ella le gustaba pasar el tiempo con Colin y en su última salida, cuando lo vio salir del agua totalmente empapado no pudo apartar la mirada de él ni un solo segundo. Estaba guapísimo, y su cuerpo estaba más que formado. Se puso roja y luego miró a su amiga. —No se habla más de esto... Y cúbreme, esta noche dijo que irá conmigo a un desfile. Diré que estoy indispuesta, no iré al baile de los Cowper, y si alguien pregunta estoy contigo.

AMOR CON CONDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora