IX - Ilusión y realidad

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Cada que cerraba los ojos veía con suma claridad a Penélope, escuchaba sus gemidos y sentía en las manos las cosquillas de su piel.
Había perdido el control en el carruaje y aunque por un lado su honor le exigía que se arrepintiera de lo que había pasado no lo hacía en lo absoluto.
Llevaba años ardiendo por ella, quemándose por dentro cada vez que la veía, deseando más, y ahora que sabía como se sentían sus besos y sus caricias no iba a arrepentirse.
Estaba acostado en su cama, sonriendo como el más feliz de los mortales y a la vez sintiéndose el más maldito de los hombres.
Pero valía la pena. Siempre había valido la pena.

Los recuerdos lo estaban invadiendo, todas las primeras veces con Penélope y que lo habían dejado colgando en una cuerda floja.
Su primer baile juntos, que no fue en ninguna fiesta sino que él la estaba ayudando a practicar.
O cuando una noche habían salido a hurtadillas y se quedaron en la biblioteca de Aubrey Hall viendo un atlas del mundo y buscando los mejores sitios para viajar y conocer.

O su recuerdo favorito, cuando se quedaron viendo las estrellas en los jardines durante una noche en sus veranos. —Te escuché cantar en la tarde.

—¿Sí? No es nada.

—Cantas hermoso. Nunca había escuchado esa canción.

—Sería una sorpresa que la hubieras escuchado antes. La hicimos Murray y yo. Y algunas partes Benedict que es un verdadero poeta. Es el artista perturbado de la familia.

—¿Me la cantas? Al menos recita la letra si no te sientes seguro de cantar a esta hora. ¿Cómo se llama? Es que es una sorpresa para mí, no sabía que también compusieras canciones.

—No lo hago. Solo buscamos rimar palabras. -No le quería decir que la canción se llamaba "Amarillo". Esa canción era toda una confesión de amor que su mejor amigo y su hermano habían ayudado a hacer. No esperaba que ella pasara por el salón de música y los viera. —no fue nada.

—Dime... ¿Me lo vas a decir? ¿Acaso es para alguna damita que te tiene enamorado, Colin?

—A lo mejor sí, a lo mejor no. Haces muchas preguntas, Penny. Te diré una parte, y eso es todo. -No cantó, no tenía el valor para hacerlo pero sí que podía decir al menos las palabras. —Look at the stars. Look how they shine for you and everything you do, they were all yellow. I came along, I wrote a song for you and all the things you do and it was called yellow.

—Que hermoso. Y me gusta porque tiene mi color favorito. "Mira las estrellas, mira como brillan por ti y por todo lo que haces..." Awww, Colin, es una hermosura. Que verso tan precioso.

"Brillan por ti". —Gracias, Pen.

—Eres muy talentoso. Yo no podría cantar así como tú. Desafino mucho o eso dice Pru.

Pru es la que desafina. Intenta cantarme algo.

—¿Ahora? No digas eso de mi hermana.

—Es cierto ¿Lo niegas?

La había hecho reír y eso era divertido. Ella sabía que era verdad. Su hermana no sabía cantar. —Bien. Pero no sé que cantar.

—Lo primero que pase por tu mente.

Y la primera canción que pasó por su mente era una que conocía perfectamente, "A million dreams". Su voz era muy dulce según él, pero bueno, no era experto en música.
Sin embargo le encantó.

AMOR CON CONDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora