XIX - Intercesión

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Colin quería regresar a casa de Penélope. Ya habían pasado las horas para ejecutar su plan y seguro que ella se estaba preguntando dónde estaba él.
La forma en la que la fiesta se había cortado era demasiado brusca, de un momento a otro, Lady Portia había mandado a sacar a todos, sin excepción, y le preocupaba que las cosas fueran más lejos debido a que la misma madre de Pen los había visto besarse.

Más que eso. Lo había visto casi desabrochando el vestido a Penélope y tocándole un pecho. Sabía que habrían graves consecuencias por lo que necesitaba de inmediato hablar con su padre. Se levantó de su cama en la vieja habitación que todavía podía decir que era suya en la casa Bridgerton y salió a buscar a su padre. Si alguien podía ayudar a resolverlo todo y que pudiera ver a Penélope era él. Al bajar aún con su ropa del día anterior, arrugada y luciendo como un verdadero desastre vio a su madre en el sofá sobándose la frente junto a Benedict quien le echaba aire con su abanico.  —Ay querido, te juro que no recuerdo haberme excedido anoche. Solo me estaba divirtiendo muchísimo. ¡Colin! Dios, querido, ¿Dormiste vestido?

—Sí.

—Te ves terrible, hermano. -Benedict le dejó el abanico a su madre para que siguiera echándose aire. —¿También tienes resaca?

—No. Casi no bebí anoche.

—Madre sí, bastante. Copas y copas de champagne. Igual que padre, pero al menos él tiene más capacidad de beber. -Dijo Benedict con una risita. —Pediré que te traigan huevos con ajo, mamá.

—Estás siendo impertinente, Benedict. Estoy lo suficientemente sobria como para saberlo. -Vio a su segundo hijo salir del salón y suspiró acomodándose en el sofá. —Iré a visitar a Lady Portia más tarde para mostrar mi apoyo. Lo que pasó anoche fue horrible, Colin. Una de sus hijas fue deshonrada en su propia casa, ¿Lo puedes creer?

—Mamá. -Estaba nervioso y se sentó al lado de su madre tomándole la mano. —¿Dónde está papá? No sé si sea buena idea que vayas a la casa Featherington.

—Cielo, es una idea estupenda. Las niñas Featherington la van a pasar mal si no dejan de hablar sobre ellas pronto. Supe que el conde ya no se casará con Penélope y eso es algo bueno, aún podrías hacerla tu esposa. -Colin no quería contarle a su madre que la causa de aquella deshonra era él pues lo habían atrapado besando a Penélope. Si quería casarse con ella, y tenía que resolverlo rápido. —Tu padre salió con Anthony, ya será oficial ¿Sabes? Va a cederle el título. ¡Kate! Buenos días, niña. ¿Cómo estás? Te iba a preguntar si querrías acompañarme a la casa Featherington esta tarde.

—Buenos días, lady Violet, Colin.  -Su cuñada también estaba en la casa. Les sonrió a los dos y asintió a la petición de su madre. —Sí, lo de anoche fue algo horrible. Pobre Penélope y Prudence. Visitarlas le haría ver a la sociedad que tienen apoyo.

—No sé si eso sea buena idea, insisto.

—Mamá. Tus huevos crudos con ajo. -Benedict había llegado con la copa y Violet de inmediato había puesto mala cara. —Si lo bebes será mejor, es un remedio infalible para los tenaces efectos del alcohol.

—Kate ya te he dicho que me digas solo Violet, no lady Violet o lady Bridgerton. -Al ver la copa que traía su hijo negó e hizo una mueca. —No beberé eso. Olvídalo, Benedict. -Kate fue a sentarse al lado de su suegra y le tomó la mano. —Ya que llegaste, Kate, ahora te harás cargo de todo. ¿Cómo fue la luna de miel? Vamos, cuéntame, cuentámelo todo. En cuanto lleguen Edmund y Anthony podremos desayunar juntos. Colin, ¿No quieres cambiarte de ropa, cariño?

—Sí, debería. Ya regreso, madre.

—Cielo ¿Por qué no vienes con nosotras más tarde? Podría convencer a lady Portia para que cortejes a su hija como siempre has querido.

AMOR CON CONDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora