Penélope salió casi que corriendo de la casa y antes de que el carruaje de Colin se pusiera en camino tocó la puerta y él abrió viéndola. -¿Qué haces aquí? Penélope, alguien puede verte. -Aún así, no hizo nada para detenerla.
-Solo, déjame. -Subió rápido y cerró la puerta antes de darle un beso y abrazarlo. -Llévame contigo. Lord Huxley está cubriéndome. Colin, vámonos...
-¿Qué? ¿Irnos? ¿A dónde?
-Escuché todo, Colin. -Dijo ella mirándole a los ojos. El carruaje se puso en marcha, se habían quedado en silencio después de esa revelación. -¿Por qué no me contaste nada? Yo sabía que mi padre me había vendido como si fuera un sombrero, pero no sabía que cree que mis hermanas y yo no somos hijas suyas. Necesito ir a casa, tu casa. Sé que aún no estamos casados realmente pero contigo, solo contigo me siento segura y necesito hablar contigo. -Estaba colapsando por la información recibida tan de golpe. Le dolía aunque no le sorprendía que su padre las tratara con tanto desdén. Necesitaría preguntarle a su madre si existía la posibilidad de que fueran ilegítimas, eso si que sería un golpe duro.
No sabía que decirle, no podía decirle demasiado porque no quería romper su corazón con aquellas noticias. Y ya estaba viendo como el corazón de ella se estaba rompiendo por lo que oyó. Puede que su padre no la quisiera como ella esperaba, pero sabía que Penélope adoraba a su familia y los tenía en un pedestal. Le tomó la mano y le dio un beso mientras la miraba. -No quería herirte. Eso exactamente. Lo siento, sé que debí decirte lo que pude averiguar, pero no quería que pensaras... es demasiado en que pensar, lo sé. Yo no quería que te sintieras poca cosa, yo me he sentido así en ocasiones y no quiero lo mismo para ti. Estoy segura de que si eres hija del barón.
-En este momento, lo último que quiero es pensar en ese tema, Colin. -Dijo mirándolo. —He pasado un mes entero separada de ti, ha sido horrible. Sentía que el aire me faltaba, Colin. No podemos estar separados. No quiero estar separada de ti. Mírate, tampoco tú puedes estar demasiado tiempo separado de mí, luces igual de desaliñado que un vagabundo. -Él comenzó a reír por la broma de ella y la atrajo en un abrazo. -¿Ves? Te hago falta. Tú eres mi familia también y no quiero y mucho menos, puedo, vivir como estoy viviendo. Prudence me odia, Philippa se casó y se fue así que ya no la veré a diario, mi papá me vendió como si no fuera una cosa y mi mamá está decepcionada pero... ella entiende... Colin le conté todo.
-¿A qué te refieres con todo? Mi cabeza sigue aquí, así que imagino que no le dijiste de... Nosotros. ¿No?
-No, todo lo contrario. Lo sabe, sabe que incluso ya no soy virgen. Vamos a casa. Allá te contaré todo. Luego podemos hacer cualquier otra cosa.
-¿Y qué haremos? Es un domingo muy calmado en el que nadie va a levantarse más allá del mediodía porque ayer hubo una fiesta muy agitada, y muchos tuvieron viajes luego de eso, y están cansados. Y si salen de sus mansiones es para ir a la iglesia a las misas de los domingos.
-Sí, es un calmado domingo. La iglesia. -Ella se mordió el labio. ¿Acaso Dios la castigaría si iba a la iglesia? Seguro no sería la mejor de sus asistir a un sermón luego de haber cometido tantas locuras y pecados en los últimos meses, pero no se arrepentía en lo absoluto. Vio a Colin, él no lucía cansado, ni siquiera tenía mal semblante o que no hubiera dormido. —¿Cómo es que tú no estás cansado?
-No bebí mucho y dormí un rato durante el banquete. Además suelo dormir en el carruaje cuando voy solo o con mis hermanos, tienen la misma costumbre, tenemos el sueño muy pesado. Y dormí cuando iba desde Clyvedon a Sunrise Hall.
A ella no le sorprendió que le dijera que estaba en su casa y en no la enorme casa ancestral de los Bridgerton en Kent, desde que se había mudado solo, Colin valoraba su independencia. Lo hacía sentirse bien. Le sonrió y le tomó la mano. -Tengo una idea. ¿Qué tal si hacemos ese picnic que teníamos pensado la vez anterior en el campo y me lees uno de tus diarios de viajes? Ya leí el de Grecia.
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AMOR CON CONDICIONES
FanficForjado bajo presión, probado en fuego y con un corte inmaculado, los diamantes se muestran al mundo con un brillo, lustre y porte únicos, y una señorita debe resaltar y solo una sobresale entre la multitud, y en la temporada de 1814, la elegida y f...