El resto de la travesía se desarrolló con cierto hado de melancolía, tan solo quedaba a flote un galeón con graves daños en el armazón y una fragata de escolta que abría con lenta parsimonia tan dramática procesión.
Tras la retirada de la bestia, de las naves sobrevivientes habían echado al agua todos los botes de que disponían, para con celeridad rescatar del mar a cuantos supervivientes pudieron antes de continuar con la marcha que les regrese a puerto seguro.
Luz permanece inmóvil y mudo, suspendido sobre la galleta del palo mayor, tratando de comprender todas aquellas emociones y sentimientos nuevos que le embargan y le sumen de confusión y dudas; desde su atalaya observa con concentrada atención a los humanos que se agolpan en el barco como hormigas, sus plegarias y cantos que hablan de fe, devoción y esperanza, ascienden hacia él reposándole su atormentada alma. Los oficios religiosos en honor de los difuntos les unen en un único espíritu, compartiendo la pena por la pérdida de los seres queridos y transformándola en alegría por sus creencias en la resurrección de sus almas.
—¡Tierra! —alerta de tan grata noticia la misma voz que algunos días antes avisó del ataque del kraken.
Al momento, los humanos se apresuran buscando hacia popa, redoblando con alegría y orgullo sus cantos, abrazándose y felicitándose unos a otros por haber llegado al Paraíso sanos y salvos. Luz agudiza sus sentidos, buscando con su vista hacia la dirección indicada para deleitarse con la visión tan maravillosa de la costa ya cercana y el agradable sonido de los redobles de campanas que los anuncian; embriagado del momento se suma con el resto de pasajeros en su felicidad compartida.
No tardan en acercarse al puerto cuando la tarde ya cae, llevados más por las ganas que por las desgarradas lonas. A su encuentro salen barcas de blancas velas que les llevan provisiones y agua, ilusión y alegría; y lanzan cabos desde los barcos con los que remolcan, ayudándolos a entrar a puerto seguro.
En las dársenas se agolpa una multitud de humanos esperando el arribo y el desembarco de los pasajeros. Primero van bajando los heridos, algunos por su propio pié y otros, ayudados por camilleros y médicos que van dándoles los primeros auxilios y dirigiéndolos a algunos carros para llevarles al hospital portuario. Un grupo de funcionarios sube a bordo para ir recabando información de los datos personales de los que bajan, de los desaparecidos y de cuanto aconteció en la travesía, para que quede constancia y emitir los pertinentes informes, nada queda sin detallar, ni el estado de los barcos, de las mercancías que trajeron ni las que se perdieron en el viaje. Ya andan los capitanes entregando sus cartas de navegación.
La expectación y la tensión son máximas a medida que los pasajeros van bajando a tierra firme, en una extraña combinación de entre los gritos de alegría y felicidad en el reencuentro de los familiares de los que han regresado, y los lamentos y llantos de los familiares de los que no lo consiguieron.
Luz se deja caer sobre la cubierta del barco cuando ya ha sido abandonada por la mayoría del pasaje, y sin saber muy bien qué hacer o hacia dónde dirigirse, se acerca como el resto, a la pasarela que le lleve a tierra firme. A su paso todos se apartan, buscándole curiosos con sus miradas; nadie en tierra sabía de su llegada y sorprendidos se preguntan de dónde y cómo pudo llegar al Paraíso un demonio. Pero los supervivientes se abalanzan hacia él, besan sus manos y sus pies en agradecimiento sincero al considerarlo su salvador. Y la noticia de aquel demonio que venció a la bestia y la devolvió al abismo se extiende por todas aquellas tierras.
De entre la multitud, un hombre que perdió a su esposa se acerca con paso cansado, en su mirada ya no hay odio ni resentimiento, y al llegar a su lado se funde en un sincero y cálido abrazo.
Luz no sabe cómo reaccionar ante gesto tan desconocido por él y dejándose llevar le devuelve en misma demostración de afecto.
—¿Qué hará ahora, señor? —le pregunta con curiosidad.
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Luz-Bel III
RandomLuz-Bel, afligido por la corrupción con la que se gobierna el Infierno y la deriva a la que se precipita, tras conocer a Mon, una humana revolucionaria que planea un levantamiento por las malas condiciones en las que viven los de su especie, propond...