Luz-Bel III

XIII Fanáticos

—Estas islas a nuestro norte y estas otras aquí abajo al sureste, pertenecen a los Technologicals, una civilización muy avanzada tecnológicamente, dirigida por una Inteligencia Artificial y cuyos miembros están compuestos de partes orgánicas humanas y otras partes de máquinas. —El hombrecillo hace una mueca de incredulidad—. No sabemos mucho más de ellos, solo que nuestro Sumo Pontífice firmó un acuerdo de no agresión entre ambas especies y de no intromisión en los asuntos del otro con un embajador enviado hace años. Durante algún tiempo se creó un amplio debate en el Vaticano de si estos seres tenían alma y si eran de fiar, pero de momento han respetado los acuerdos al igual que nosotros.

Luz mira con intriga sin comprender ni una palabra de lo que le está hablando su instructor y fija su mirada en un gran masa de tierra, también en el sureste cerca de las islas de los Technologicals. Al advertir su curiosidad, el hombrecillo comienza a explicarle:

—Este gran territorio no pertenece a ninguna facción en liza, está habitado por enormes gusanos de tierra que se esconden dentro de la arena y que atacan con un apetito voraz a todo ser que se mueve por aquellos desiertos; desconocemos casi todo sobre ellos, ni cuántos son ni cómo se reproducen. —Rellena con la pluma de color ocre y colorea la isla para dar luego forma a un gusano sobre el lugar indicado—. Nos consta que los fanáticos intentaron en algunas ocasiones invadir estas tierras, pero tras numerosos y estrepitosos fracasos desistieron de seguir intentándolo y les han cogido un terror atroz.

—¿Y esto de aquí? —Señala Luz sobre un gran cuerno que sobresale de la gran masa continental y que todavía permanece en blanco.

—Esto... —recarga la pluma de color azul para rellenar el hueco—. Nadie sabe lo que hay tras esas montañas que lo resguardan por el norte. Nadie entró allí y salió para contarlo, se desconoce por completo lo que pueda haber. Muchas son las teorías y especulaciones de lo que habita allí, pero lo cierto es, que no sabe nada a ciencia cierta.

Luz pasa uno de sus dedos por el contorno, atraído por la curiosidad y la intriga que supone un sitio así. El pintor de tan increíble dibujo hace un rulo con el mapa y se lo entrega al visitante, acompañado de una amplia sonrisa.

—Vamos, ahora te mostraré con más detenimiento lo que sabemos sobre los Fanáticos y te explicaré lo que llegamos a saber sobre ellos. —Hace una señal para que lo siga hacia la puerta.

†

Tras salir del scriptorium, buscan unos pasillos más estrechos que se pierden en las profundidades, cada vez se hace más denso el ambiente. Algunas antorchas de aceite iluminan tenuemente su paso, cubriendo su alrededor de sombras. A medida que avanzan se van encontrando algunas barracas de guardias fuertemente armados que protegen gruesas puertas de barrotes de hierro. Sin mediar palabras, los guardias abren las puertas a su paso para que ellos puedan continuar. El hedor a muerte se hace cada vez más palpable y nauseabundo, aunque a ninguno de los dos parece afectarle.

Desde que salieron del scriptorium, Luz ya sabía hacia dónde iban a ir, quizás hasta ese momento desconociera el mundo en el que vivía, pero había visitado en numerosas ocasiones las prisiones y calabozos del Infierno, y sin dudarlo un momento, supuso que en todos los lugares del mundo, aquellos lugares serían igual.

Finalmente llegan a otra puerta más grande y gruesa que las anteriores, media docena de soldados con gruesas armaduras y armados hasta los dientes, abren y entran primero con sumo cuidado, tras ellos entran los dos recién llegados.

En el interior ya, Luz puede comprobar una gran sala dividida en varios sectores la primera y principal mucho más grande en la que destacan numerosos y espeluznantes aparatos de tortura que ni siquiera existen en el infierno; un escalofrío recorre todo su cuerpo al imaginar las atrocidades que se pueden llegar a cometer allí.