XVII Mishima

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«Hace unas semanas contactamos con un disidente local, Yukio Mishima, un comandante de una organización secreta de carácter ultranacionalista denominada Tatenokai o "Sociedad del Escudo", formada como una milicia paramilitar que acoge a varios miles de afiliados en todo el Japón y cuyo fin es la restauración de las tradiciones culturales y la instauración de un nuevo sistema político independiente de los Revolucionarios.

»Nos han pedido ayuda para organizar un levantamiento que de triunfar, se unirían a nosotros como estado asociado independiente.

»Para nosotros sería de vital importancia poder integrar este territorio y sus ciudadanos a los Technologicals, toda vez que contamos con muy poca población y Japón no solo nos supera en número de habitantes, sino que además, sus jóvenes tienen una gran preparación y amplio conocimiento tecnológico con respecto al resto de estados revolucionarios, lo que facilitaría su formación y adaptación a nuestros sistemas tecnológicos más avanzados.

»Y lo que es más importante, de alcanzar el objetivo de aislar ese territorio del exterior, daríamos un duro golpe a nuestro enemigo, ya que desde Japón se centraliza el sistema de información y comunicación de todo el Ejército Rojo.

»¡Tenemos que conseguirlo sí o sí...!».

Luzilda termina su alegato visiblemente emocionada por las grandes ventajas que les reportaría la incorporación de esas tierras a su exiguo territorio, y en un arrebato de emoción se lanza contra Luz en un efusivo abrazo, inundándolo de una placentera descarga eléctrica que lo deja sobrecogido y tiritando.

—¡Disculpa! Me dejé llevar por las emociones —trata de justificarse la mujer en tono meloso.

—No, si... ha sido un placer indescriptible. —Se recompone Luz como puede mientras todavía le tiemblan las piernas—. Bueno, regresando al tema que me propones, no es que diga que es imposible conseguirlo, pero se me antoja arduo difícil, ya que lo tenemos todo en contra y muy poco a favor.

—¡Pero tú lo conseguirás! Estoy convencida de ello. —Besa su mejilla en una nueva explosión de emociones que dejan temblando y sin aliento a Luz.

—Me encanta tu efusividad y confianza en mí. Pero si te parece bien, podemos dejar estas muestras de afecto para otro momento. Necesito concentrarme para tener la mente despejada. —Aparta de su lado a Luzilda—. Ahora, me gustaría contactar con ese comandante del que me hablaste, contrastar con él las informaciones, planificar una estrategia conjunta, delimitar las funciones de los equipos con que contamos y establecer un calendario para el desarrollo de las diferentes actuaciones acordadas.

—¡Oh, por supuesto! De hecho, está esperando para conectarse y entrar aquí con nosotros. Si me permites... —Hace la mujer unos ágiles movimientos con sus manos como si de la nada estuviera apretando algunos botones y teclas.

Poco a poco va tomando forma un nuevo holograma en el interior de aquel globo terráqueo en el que se encuentran. Tan solo un par de minutos después la figura ya ha tomado forma. Un hombre de rasgos orientales, cabeza rapada, complexión fuerte, estatura media y vestido con un sencillo pero elegante gakuran japonés, clava sus ojos rasgados sobre los de Luz en duelo desafiante de miradas.

Luz denota al instante la sobriedad y el gran magnetismo y atracción que desprende aquel humano que traspasa incluso las distancias y la forma en que se presenta; aún así, Luz puede sentir el recelo y cierto desprecio que el japonés siente hacia él, no le extraña, él es un demonio, no puede ni quiere negarlo y comprende el daño y la maldad que ha derramado su estirpe por este mundo.

Finalmente, el recién llegado hace una respetuosa y profunda reverencia acompañadas con unas palabras en su lengua materna:

¡Hajimemashite. Douzo yoroshiku onegaishimasu! Es un honor conocerle en persona Luz-sama. Sus fama de ser una persona íntegra y valiente le precede. Esperaba con gran interés poder departir con usted en persona y espero que nuestra relación sea fructífera y beneficiosa para todos.

Luz-Bel IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora