El intercambio de golpes parece no tener fin, ni tampoco que haya un claro vencedor de tan magno duelo. Aún así, Luz, llegado un momento del combate, se sabe claro vencedor y siente que su oponente resiste por dignidad y orgullo, comprende que derrotarlo minaría la moral de todos aquellos hombres y mujeres valientes que defienden con tenacidad aquel bastión acosado y sitiado desde hace quinientos años, y que resisten al ataque de la Muerte en vida a duras penas; y en un premeditado descuido baja la guardia para dejarse golpear por su oponente; el choque es brutal y sale lanzado contra el suelo entre un estruendo acompañado de gritos de alegría y vítores de alabanza de todos aquellos que han podido contemplar en directo tan épico duelo y la victoria de su campeón.
«¡Vaya porrazo que te ha dado, chaval! ¿Cómo no lo viste venir? Pero si lo tenías ya en tus manos, solo te faltaba darle el golpe de gracia», recrimina molesto Sombra.
«Te dije que no me hablaras en una semana, traidor», devuelve Luz mientras se lamenta de dolor por el golpe recibido y trata de incorporarse a duras penas. Sin la espada en sus manos ha perdido una gran parte de sus capacidades prestadas.
El arcángel de un rápido aleteo baja junto a él, recoge la espada y clavando una rodilla en el suelo, se la ofrece elevándola entre sus dos manos. Luz agarra la espada con una mano y con la otra la entrega al arcángel para ayudarle a levantarse. Los dos titanes se miran de frente.
—Espero que en el próximo enfrentamiento estés completo de tus tres partes. Solo entonces se decidirá el verdadero ganador de este desafío —murmura entre dientes Luz.
El arcángel asiente con la cabeza y se eleva para situarse nuevamente sobre el obelisco, cubriendo de luz la bóveda que protege el Vaticano.
†
—¡Qué magnifico ser eres Luz-Bel! Quizás contigo tenga este mundo una posibilidad de superarse y todos los humanos y demonios puedan convivir en paz como hermanos —se comenta desde su mecedora, escondido en la penumbra tras la gruesa cortina aquel anciano—. Doy gracias al creador por haberme dejado ver este momento, ya puedo marchar en paz.
Luz se gira para buscarlo con la mirada, pareciera que lo hubiera escuchado. Aquel hombre, humilde y sabio, se levanta de su trono con gran esfuerzo y agarrándose a las cortinas sale al balcón para saludar a sus miles de súbditos que atónitos lo buscan con la mirada en una nueva explosión de sensaciones compartidas y de cantos que hablan de fe, esperanza y lealtad a su maestro y señor. Él les devuelve con gestos de agradecimiento y cariño, él el corazón que da vida a todo un imperio milenario.
Luz se eleva empujado por sus doloridas alas para regresar al balcón donde le aguarda el anciano.
—Vamos Luz-Bel, entremos, ha llegado el momento de que marches al encuentro de tu destino. —Extiende su brazo el anciano para apoyarse sobre el de Luz y entrar juntos dentro—. No queda mucho tiempo, pronto comenzará una guerra que se expandirá por todos los rincones de este mundo.
Al entrar, Luz observa con asombro sobre una de las paredes interiores algo que no había antes cuando llegó: una circunferencia de energía luminiscente brillando con intensidad, que más parece una puerta que se abre a otro lugar. El anciano busca acomodo en su mecedora mientras Luz se acerca a ella, introduce una mano para luego sacarla.
—Vamos, hijo, entra sin miedo. Al otro lado conocerás y aprenderás cosas nuevas que te harán crecer y mejorar como ser y encontrarás la manera de alcanzar el lugar a donde quieres llegar.
Luz atraviesa la puerta sin temor. Y tras irse, se escucha el llanto que anuncia el nacimiento de un niño mientras el anciano en una última exhalación de aliento entrega su alma al Creador.
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Luz-Bel III
RandomLuz-Bel, afligido por la corrupción con la que se gobierna el Infierno y la deriva a la que se precipita, tras conocer a Mon, una humana revolucionaria que planea un levantamiento por las malas condiciones en las que viven los de su especie, propond...