XII Geopolítica

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El persistente martilleo de unos nudillos golpeando sobre la puerta apagan los gritos y gemidos de placer que escapan por las ventanas y se derraman por toda la plaza; regresando a Luz de sus divertidos juegos de alcoba para buscar con celeridad la puerta y al abrirla encontrarse con dos pares de asombrados ojos clavados en él. La superiora que le mira con cierta inquina de arriba abajo y un clérigo de pequeña estatura, rostro redondeado y mirada inquisidora.

En la cama quedan Sobra y su amante en completo éxtasis divino, tratando de recomponerse.

—Buenos días, caballero —se adelanta el recién llegado en la conversación—. Esperamos que su estancia aquí esté siendo lo más agradable posible, lamentamos no haberle podido ofrecer nada mejor para comer, pero en la actualidad, soportamos un prolongado bloqueo que nos impide recibir suministros suficientes para abastecer a la población, y nos hemos visto en la obligación de racionar los alimentos.

—Está bien. No se preocupe. Me adapto rápido a las circunstancias. Muchas gracias por tanta generosidad, no la merezco —devuelve complaciente Luz.

—Me alegro que se sienta cómodo entre nosotros y disfrutando de su estancia —Trata el hombrecillo de mirar hacia el interior de la habitación—. Ahora, en muestra de nuestro agradecimiento y en la confianza que le tenemos, queremos mostrarles algunas de las más importantes instalaciones de que disponemos para que comprenda la transcendencia para nosotros de mantener el control de este lugar sagrado.

—Agradezco el honor y la confianza, y estaré encantado de acompañarle, pero... —Hace una mueca señalando hacia sus partes nobles.

—¡Oh! Sí, por supuesto, se me olvidaba. Disculpe. —Entrega el recién llegado a Luz un hábito de monje confeccionado en una única pieza; tras recogerlo con rapidez, Luz se lo pone y sale a toda prisa, cerrando tras de él la puerta.

Dirige el pequeño guía, a paso ligero, por enormes claustros y pasillos decorados con frescos, cuadros y estatuas que denotan una gran antigüedad: La luz entra con intensidad por entre grandes vidrieras de cristales de colores, inundando las estancias de un cálido ambiente de sacralidad. Numerosos religiosos se afanan con delicada dedicación al cuidado de las obras de arte y el óptimo mantenimiento de las instalaciones.

Poco a poco van descendiendo por algunas galerías más oscuras y recogidas, donde la luz se ahoga y apenas se ve nadie pasear por ellas. El guía se detiene ante unas puertas de madera de pequeñas dimensiones, abre con confianza e invita a entrar a Luz quien agachándose ligeramente avanza hacia su interior.

—Bienvenido al Scriptorium del Archivo Central de la Teocracia. —Exhibe orgulloso aquel lugar de dimensiones colosales, y donde cientos de monjes se afanan en redactar informes o transcribir documentos oficiales que luego serán mandados a otros lugares transmitiendo las órdenes oportunas—. Desde aquí se organiza toda la administración de nuestro Gobierno, y aunque estemos sitiados, seguimos operativos con el servicio postal mediante el envío de palomas capaces de romper el cerco y llegar hasta el puerto del otro lado del mar, desde donde se reparten, a su vez, a todos los puntos de nuestro territorio. —El hombrecillo parece relucir orgulloso en su exposición.

Sumido de admiración ante lo que ven sus ojos, el invitado se deja ir observando con detenimiento la ingente labor de tan dedicados funcionarios.

—Quizás tengamos un sistema de comunicación arcaico si lo comparamos con nuestros competidores y enemigos, pero puedo asegurarle, que nos mantiene perfectamente comunicados. —Hace el hombrecillo un moviendo con uno de sus dedo en el aire—. Los avances tecnológicos, en sí, no garantizan el éxito de los resultados, sino más bien, es la excelencia en el uso de los recursos disponibles mediante la optimización de los procesos que aplicados los que determinan el éxito del resultado.

Luz-Bel IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora