Capitulo 11. Dueño

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Arizona.


La cena estaba terminando, sólo faltaba el postre y podía irme en paz a la habitación de April.

-Gracias por la cena cariño - El señor Kepner se acerca a la señora Torres y deposita un pequeño beso en sus labios.

Pude sentir como mi pecho comenzaba a arder.

-No hay de que - La señora Torres le da una pequeña sonrisa.
El hombre otra vez se acerca a ella y besa sus labios, me sentía tan celosa, quería gritarle en la cara o coserme los ojos para no verlos más.

Esos labios tenían dueño, tenía que aceptarlo.

Lo que no podía era controlar las lagrimas que estaban apunto de caer.

-¿Puedo retirarme? - pregunte de repente, ni yo entendía, era mi razón protegiéndome de eso.

-¿Todo bien? - pregunta April.

-¿Qué pasa, Arizona? - La señora Torres me mira preocupada.

-¿No quieres postre? - preguntaba Sofía.

Todo esto estaba matándome, iba a explotar y más encontrarme con esos oscuros y brillantes ojos.
-Me siento algo indispuesta y quiero descansar - Baje mi mirada, no quería que me vieran así.

-Esta bien, vamos - April se levanta de su asiento.

-Quédate April y come postre yo voy a estar bien - Mencione para irme casi corriendo de allí.

-Mejórate - Escuche la voz del señor Kepner.

Corrí rápidamente y me encerré en la habitación de April.

Comencé a llorar desconsoladamente, esto era un martirio, tenía que hacer lo posible para olvidar esto.

Decidí que me pondría ya la pijama , lo único que quería era dormir.

Comencé a ver hacia el techo durante unos minutos, pero solo aparecía el rostro perfecto de la señora Torres.

La manera en la que me sentía era indescriptible, sentía un vacío en el pecho.

Estaba acostada y escuché unos toques en la puerta, seguramente era April.

-Pasa - grite, estaba acostada y no quería pararme.

-¿Como sigues? - La señora Torres aparecía con un vaso de agua y unas pastillas en su mano.

-Mejor- Respondí tratando de contener las lágrimas.

La mirada de la señora Torres viaja por todo mi cuerpo, al parecer mis piernas en descubierto la distrajeron.

-Mira - Se acerca a mi hasta sentarse en la cama. Quedamos frente a frente y eso me descontrolo. - Te traje esta pastilla.

-No debió molestarse señora Torres - Me senté para no ser mal educada.

-Arizona tú nunca molestas - Me da una pequeña sonrisa - Ahora tómate estas pastillas por favor - Me entrega las pastillas con el vaso de agua.

Esas pastillas no mejoraría mi corazón, estaba devastado y yo no podía hacer nada.

-Gracias - Susurre.

-No hay de que - Sonríe, su mirada y la mía se encuentran de inmediato.

Algo que era inevitable negar era la facilidad con la que se encontraban nuestras miradas, como si se anhelaran tanto que es inevitable para ellas no entrelazarse cuando están en el mismo sitio. Sus ojos cafés y mis ojos azules se conocían bien y al mirarse combinaban un color infinito nunca antes visto.

La mamá de mi mejor amiga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora