Capítulo 29.

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"Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye es que es soportable"

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"Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye es que es soportable"

- Marco Aurelio 

Grace Thompson

No sabía las horas que había pasado sentada en aquel pasillo de la casa de Ben, pero me sentía vacía porque él no se encontraba a mi lado. Y yo no sabía ni por dónde empezar a buscar. ¿Qué podría abrir una llave tan diminuta?

Algo se encendió en mi cerebro porque la forma y el tamaño me recordaron a la que yo poseía para mi taquilla en la facultad. Amanda siempre me había dicho que ella no alquilaría una taquilla porque era perder el dinero, pero ahora dudaba de que aquello fuera verdad.

Salí rápidamente de la casa para poner rumbo a la facultad de Amanda. No tenía cómo llegar, así que tuve que pedir un taxi. La ansiedad me iba carcomiendo poco a poco y más cuando el taxista apenas podía avanzar por el atasco que había ante nosotros. Era lo malo de conducir a la hora de la salida de los trabajos.

Todos los pensamientos que viajaban por mi mente estaban desordenados. El hecho de que mi hermano haya estado implicado directa o indirectamente me hacía sentir muy dolida y tenía mucho miedo de lo que pudiera descubrir sobre él. Por otro lado, estaba Benjamin, que se encontraba detenido y no sabía hasta cuando ni por qué. Luego también estaba Amanda, una persona en la que había confiado y que seguramente fuera la asesina de Leandro.

Tras casi una hora de trayecto, llegamos a la facultad, pero el problema estaba en que aquello era inmenso. ¿Cómo iba a encontrar su taquilla en caso de que existiera? La única solución era preguntar en la secretaría por el número de taquilla.

Me dirigí hasta allí y una mujer de avanzada edad, asomó su cabeza de detrás del mostrador para atenderme. Tenía los nervios a flor de piel porque desde que había conocido a Benjamin no dejaba de mentir a las personas para conseguir las cosas.

- Buenas tardes, mi compañera Amanda Ricci me ha entregado la llave de su taquilla para que recoja unos libros, pero se le ha olvidado decirme cuál es el número – solté la frase como si me la hubiera aprendido de memoria.

- Déjeme buscarlo en el sistema – el corazón comenzó a bombearme a una velocidad descomunal porque lo mismo me idea había sido pésima y ni siquiera tenía allí una taquilla – Es la número D907.

- Muchísimas gracias.

Solté todo el aire que tenía contenido para ir en busca de mi objetivo. A cada paso que daba, sentía que estaba más cerca de descubrir la verdad y no podía negar que tenía miedo por lo que pudiera encontrarme allí metido. Si Amanda me había ocultado que tenía una taquilla, era porque algo gordo había.

Pasé por delante de innumerables taquillas hasta que encontré la D907. Intenté controlar mi respiración y con las manos temblorosas, saqué la llave del bolsillo de mis pantalones. Me costó introducirla en la cerradura por mi pulso, pero cuando lo logré y giré la llave, la abrí de inmediato.

BENJAMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora