Capítulo 21.

482 19 0
                                    

"Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos"

- San Agustín

Grace Thompson

Coincidir con alguien es una situación sencilla que hacemos a menudo, pero lo que es mágico es llegar a conectar con una persona. Los seres humanos estamos caracterizados por una enorme atracción hacia el misterio, sin daros cuenta de que la vida nos está encerrando en algo increíble.

En un principio había tenido miedo de Benjamin porque no había logrado conocer algo más profundo de él. Sin embargo, ahora la conexión de nuestros cuerpos me hacía ver que detrás de un muro de hormigón, se encontraba un corazón que necesitaba ser tomado. Sabía perfectamente que él no quería que nadie derribara ese muro porque temía que alguien le volviera a abandonar como lo habían hecho su familia y sus amigos.

No sólo habían arrebatado la vida de Leandro, sino que también se habían llevado una gran parte de Benjamin. El hecho de que una persona oculte sus sentimientos a los demás, no le hace culpable de un asesinato.

Me coloqué en la cama para poder ver cómo el castaño dormía plácidamente, pareciendo un ángel. Su belleza era inmensa. Sus labios formaban una pequeña línea y su frente estaba arrugada ligeramente. Parecía que incluso en sueños seguía dando vueltas al tema de su hermano, por eso necesitábamos averiguar más cosas cuanto antes.

Ben comenzó a removerse en la cama, por lo que cerré los ojos para que no me pillara observándole. Sentí su brazo rodear mi cintura y no pude evitar sonreír.

- No te escondas que sé que me estabas mirando.

Abrí mis ojos de golpe avergonzada para encontrarme con el cielo en su mirada. No había visto color más bonito que aquel. Retiré los mechones de cabello que caían por su frente, cada vez lo tenía más largo y me gustaba cómo se veía.

Se levantó de la cama provocando que mi cuerpo comenzara a echar de menos el calor del suyo. Comenzó a vestirse rápidamente haciéndome ver que se iba a marchar.

- ¿Quieres que desayunemos juntos? – pregunté porque no quería que se fuera ni tampoco quería quedarme sola en aquel piso con Amanda.

- Tengo algo de prisa – asentí odiando su respuesta - ¿Quieres acompañarme?

- Mientras que no me lleves a una tienda de tatuajes en la que me obligues a hacerme un tatuaje, por mí encantada – bromeé mostrándole el tatuaje de mi muñeca.

- Deberías hacer algo con eso, algún tatuador podría arreglarlo.

- No me importaría recordar toda mi vida una razón por la que te odio – no lo decía en serio porque a pesar del daño que pudieran causarme sus palabras y sus acciones en ciertas ocasiones, nunca le odiaría.

- No me ofendes con eso, estoy acostumbrado a que todo el mundo lo haga – lo miré apenada y me levanté para abrazarlo por su espalda aún desnuda.

- Sólo estaba bromeando, ya te dije anoche que nunca podría odiarte – susurré en su oído provocando que el vello de su nuca se erizara – aunque algunas veces quiera darte una patada en la entrepierna.

BENJAMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora