Capítulo 32.

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"Quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu"

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"Quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu"

- Isabel Allende

Grace Thompson

La sonrisa de Ares al salir de la sala había quedado grabada en mi cabeza a fuego. Quise correr para abrazarlo, pero los agentes que lo trasladaron hasta aquí me lo impidieron.

Ahora toda Italia conocía la noticia. No entendía cómo se había extendido tan rápido y cómo había llegado hasta los medios de comunicación. Pero me alegraba que se supiera la verdad cuanto antes, por Benjamin. Sabía de primera mano todo lo que había sufrido por la presión social a pesar de ser inocente e incluso yo misma me sentía culpable de haberlo juzgado sin siquiera conocerlo.

Los seres humanos caemos muy a menudo en la trampa de juzgar sin conocer para alimentar nuestro ego de forma inconsciente. Juzgamos para sentirnos superiores, para esconder una parte de nosotros que no nos gusta y no nos damos cuenta de que estamos cerrando la puerta a la empatía.

Me encontraba de camino a la prisión provisional en la que se encontraba Benjamin, ya que uno de los agentes me había comunicado que lo soltarían después de la confesión de Amanda. A pesar de todo, él tendría que pasar por el juzgado por allanamiento de una zona privada y por violencia. Aunque ahora mismo, eso era lo que menos me importaba. Nunca me había sentido tan ansiosa por verle, por abrazarlo y que al fin, sintiéramos paz.

Cuando me bajé del taxi, un escalofrío recorrió mi espina dorsal y no precisamente por el frío. Dos personas que recordaba demasiado bien se encontraban esperando lo mismo que yo. Los padres de Benjamin. No quería interferir en los asuntos con su hijo, pero después del calvario que le habían hecho pasar, se les debería de caer la cara de vergüenza por aparecer por allí.

Pude notar los ojos de ambos sobre mí, pero con la cabeza alzada ni les dediqué una mirada.

No pasaron muchos minutos cuando una cabeza rosa apareció por la puerta. Mis ojos se aguaron al igual que los suyos en cuanto nuestras miradas conectaron. Me quedé sin aliento y corrí hasta él. Sus brazos me elevaron del suelo y sentía que estaba tocando el cielo.

- Lo has logrado - me susurró al oído.

Iba a contestarle, pero el sonido de una persona carraspeando, produjo que nuestro momento terminara demasiado rápido para mi gusto. Ambos nos giramos para encontrarnos con sus padres.

- ¿Podrías venir a casa para hablar, hijo? - Benjamin miró con repugnancia y me separé de él porque preveía que iba a explotar.

- No tengo nada que hablar con vosotros - escupió - como vosotros mismos os habéis encargado de recordarme muchas veces, aquel día perdisteis dos hijos.

- Nos equivocamos, no te puedes imaginar lo mucho que me arrepiento - la única que hablaba era su madre porque el padre se limitaba a observar.

- Pues haberlo pensado antes.

BENJAMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora