Capítulo 30.

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"La crueldad es la fuerza de los cobardes"

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"La crueldad es la fuerza de los cobardes"

- Proverbio árabe

Grace Thompson

Hemos encontrado las huellas de Amanda Ricci en el arma que se encontró en su taquilla. Aquellas palabras me generaron un descontrol en mi cuerpo. Sentía nauseas, ganas de llorar, impotencia, pero a la vez me alegraba que hubieran encontrado una prueba clave para la investigación.

Tras varias horas en aquel despacho, me explicaron que, de alguna manera, necesitaban una confesión por parte de Amanda puesto que las balas de aquel arma coincidían con las que mataron a Leandro.

Por más que le daba vueltas a cómo atrapar a aquella malnacida, mi única idea era mi hermano Ares. Él podía ser el cebo perfecto para que Amanda mantuviera una conversación con él sobre el tema de Leandro y mi hermano le sonsacara esa confesión. Así que así se lo hice saber a los investigadores. No les dije nada acerca de que Ares supiera sobre el asesinato, pero sí que habían estado saliendo durante bastante tiempo.

Propuse a los investigadores hablar  yo misma con él porque sabía que Ares no daría su brazo a torcer si ellos lo hacían. Por eso ahora mismo me encontraba en un coche policial dirigiéndome hacia la prisión de Regina Coeli con todo el cuerpo temblando.

Mi hermano era una persona con un carácter peculiar y cuando se negaba a algo, era imposible hacerle cambiar de opinión.

Cuando el coche se detuvo frente a la prisión sentí que me iba a desfallecer en cualquier instante. Quería que todo saliera bien y que se hiciera justicia por Leandro y principalmente por Benjamin. A medida que nos acercábamos a la sala de visitas intenté organizar en mi mente cómo pedirle a Ares aquello. Los investigadores habían propuesto un trato, ya que en caso de que Ares colaborara, conseguirían reducir su condena actual.

Cuando llegamos a aquella sala en la que tanto tiempo había pasado, me senté en uno de los asientos libres para esperar a mi hermano. Apenas pasaron unos minutos cuando su cuerpo atravesó la puerta. En cuanto sus ojos conectaron con los míos, supo que algo no andaba bien.

- Habéis descubierto algo, ¿verdad? – me preguntó mientras nos fundíamos en un abrazo. Yo me limité a asentir. - ¿Por qué te has metido en todo esto Grace?

- Porque me siento engañada. Hiciste que me metiera en una casa con una asesina – su semblante se endureció - ¿Por qué Ares? ¿Por qué me lanzaste a la boca del lobo?

- Sabía que ella no te haría daño y que se encargaría de protegerte si alguien de la banda para la que trabajábamos regresaba.

- ¿Trabajabais? – él asintió – Me dijiste que ella nunca se había drogado ni había vendido droga.

- Te mentí. Ella comenzó a trabajar para ellos mucho antes de que nos conociéramos – mis ojos se aguaron porque me había vuelto a mentir -. Después de haber quedado en varias ocasiones con ella, empecé a notar cosas raras, se compraba demasiada mierdas de lujo, pero decía que eran regalos de sus padres – era lo mismo que me decía a mí -. Y yo no era tonto para darme cuenta de que andaba detrás de algo hasta que me lo confesó. No te puedes imaginar todo el dinero que podía conseguir en una semana y por pura avaricia, le pedí entrar en su banda.

BENJAMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora