¶18¶

634 147 25
                                    





"Desconfía de todo aquel cuyo impulso de castigo sea poderoso. "

—Friedrich Nietzsche.







La figura encorvada sobre el piso lo hizo titubear de su posición segura y firme, ¿Qué diablos ocurría?

La pequeña figura se aferraba a sus piernas con fuerza, ocultando entre sus brazos su rostro, tal vez tenía cinco años o seis no más. ¿Hija de Moonbyul? Desconocía muchas cosas de la vida de su mano derecha que ahora mismo no podía tener una conclusión segura de ello.

Se agachó con lentitud mientras desabrochaba los botones de su saco para estar a la altura de la infanta que temblaba ligeramente, los sollosozos ligeros haciendo presente.

— ¿Te encuentras bien? ¿Qué haces aquí?— pregunto con lentitud y suavidad tratando de sonar lo menos intimidante posible para hablar con la niña que lucia aterrada ante su presencia y la de sus hombres quienes uno por una sacaban las cajas de cada estante como ordenó.

La niña no hablo ni se movió de su lugar.

No podía sacarla a la fuerza de ese armario tampoco obligarla a hablar como si fuera un adulto. No, era diferente, estaba tocando terreno desconocido. No sabía hablar sin amenazas como lo hacía con los adultos a quienes torturaba hasta el cansancio para que hablaran, nada de eso servía ahora con una niña.

— No voy a hacerte daño, puedo protegerte y buscar a tus padres, llevarte a tu casa si me lo permites. — intento de otra manera tratando de persuadirla pero fue en vano dado que la niña seguía fija en su lugar sin atreverse a levantar la cabeza ni emitir sonido alguno. Sería mucho más difícil de lo que pensó.

Se alejo de ella dándole tiempo para que decidiera hablar cuando quisiera, no le servía de todos modos; era un niña de seis años que probablemente no recordara como llegó ahí o algo que pudiera ayudarle.

— Dejen limpio todo el departamento, no debe quedar rastro alguno de que fue habitado por alguien.— ordenó a sus hombres sintiéndose irritado por todo.

Por haber perdido a su mano derecha y la persona de mayor confianza dentro de su organización, más aún al saber que con su presunta muerte sus enemigos estaban acabando con cada hombre importante dentro de su imperio, debía parar, debía poner un alto antes de que atacarán nuevamente. Pero debía evitar dar indicios de que se encontraba vivo. Seguir en las sombras sin alertarlos, hacer que se confiaran para que bajarán sus defensas y pudiera atacar sin problema.

Pero antes debía visitar a cada uno de sus hombres y reclutar nuevos socios, reconstruir el imperio que le costó años de vida y cientos de almas.

No debía conformarse con lo tenía, ahora se levantaría con más fuerza.

— ¿Qué hacemos con la niña? — preguntó uno de sus hombres después de recoger todo lo que había en los estantes.

— Llevenla al auto, la dejaré en su nuevo hogar.— conocía uno al que llevaba a los niños huérfanos como aquella niña.

— Al orfanato no.— escucho el susurro de la pequeña niña tomándolo por sorpresa, un ligero interés se apoderó de él por la inesperada negativa de la niña que estaba escuchando su conversación, pero ignoro por completo sus preguntas.

— ¿Entonces a dónde te debo llevar? — interrogó con fingida curiosidad.

Apesar de la situación la infanta tenía el valor de hablar con extraños, inusual al recordar a los niños huérfanos que rescató ocasiones pasadas, niños que solo lloraban y buscaban a sus padres, jamás imponían algo ni hacían sugerencias sobre su condición.

— Con usted, mi madre me dijo que usted me protegería señor AgustD.— aquello lo desconcertó de sobre manera pero prefirió guardar todas sus preguntas en su mente.

Aquella niña era la hija de Moonbyul, lo podía asegurar plenamente por qué existían pocas personas que le conocían personalmente y que además lograban vivir para contarlo.

— Señor.— interrumpió otro de sus hombres. Le hizo una seña con la mano derecha permitiendo que hablara inmediatamente.— Los limpiadores están aquí, debe retirarse.— asintió despidiendo al hambre sin dejar de mirar a la paqueña figura encorvada frente a él.

Apesar de su pequeña conversación la niña seguía incapaz de mirarle a la cara o si quiera olvidar su posición de defensa, acurrucada contra la pared y sus piernas.

— Haz que se la lleven antes de salgamos de aquí.— no podía permitir que la niña viera a su madre con un hoyo en su pecho.  Desconfiaba de su dicho pero no había alguna otra verdad en ese momento.

Jamás se imagino algo así, nada semejante. Moonbyul tuvo una hija y jamás supo de ella, quizás jamás lo sabría si no fuera por lo sucedido, conocía el pesado de Moonbyul y por ende entendía que las cosas personales estaban fuera de alcance, mucho más después de convertirse en su mano derecha.

Tenía cosas que procesar e investigar antes de decidir que hacer con esa niña, por qué simplemente no podía tomarla bajo su cuidado. No confiaba en nadie dentro de su organización que cuidar de una vida inocente complicaría sus planes apesar de que estaba fuera hija de una de sus mejores aliados.

— ¿Cómo sabes mi nombre? — interrogó después de largos minutos de silencio observando a niña, pensando en cientos de posibilidades por las que ese niña podría estarle mintiendo.

Podía ser una carnada para dar con él, tener un rastreador o un micrófono que estaba escuchando todo lo que decía, ser una distracción de sus enemigos para atacar nuevamente. No podía confiar. No ahora que no se encontraba en condiciones para bajar la guardia.

— ¿Cómo se que no eres una trampa? — soltó con desconfianza, todas las posibilidades cabían dentro de su mundo por muy absurdo que sonarán. Todo era posible dentro de la familia desde secuestros a familiares cercanos a chivos espiatorios de cualquier indole.

Después de largos segundos la niña frente a él separó el rostro de sus piernas lentamente, observo minuciosamente algún artefacto que diera indicios de ser una trampa.

— Mi madre me dijo que usted no confiaría en mí.— aquella le confundió por qué no se estaba una respuesta de esa magnitud.

¿Por qué aquella niña parecía hablar tan firmemente? ¿Más segura que cualquier otro hombre que haya torturado?

— ¿Dame una razón para que pueda confiar en ti y no mandarte a ese orfanato? — respondió en cambió arreglando el saco de su traje. Era entretenido tener una conversación de esa magnitud con esa niña tan pequeña, que parecía tener la madurez de una adulto.

No cualquiera se atrevía a hablarle con tanta seguridad como esa infanta, ni siquiera su hermano que era la persona con la que más tiempo vivió cuando eran jóvenes.

Observo el pequeño cuerpo tensarse al escuchar que la opción de enviarla al orfanato seguía en pie. Claro que la enviaría al orfanato, no había lugar más seguro que ese para un niña sin padres de cinco años.

— Por qué soy su hija.

AGUST-D. (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora