¶10¶

1K 207 49
                                    

"El trueno asusta a los niños, las amenazas a los hombres tontos"

Demófilo



No sabía cómo sentirse después de aquel accidente, que en su opinión, no fue su culpa pero que su simple existencia no tenía importancia en ese lugar y sus opiniones tampoco.

Sino fuera porque aquellos hombres estaban de fiesta ahora mismo estaría con un hoyo en la cabeza y tirado en algún callejón de mala muerte, se encontraba indeciso entre agradecerle a dios o maldecirlo por haberlo dejado vivir un día más en ese lugar.

El miedo a morir estaba latente, palpitante en su mente y corazón al sentirse vulnerable a en cualquier momento morir o ser torturado por órdenes de ese hombre, su vida insignificante no vale nada en ese lugar, quería morir, deseaba hacerlo pero al estar cerca de la misma el miedo lo dominaba y rogaba por clemencia y piedad, lo hizo.

Rogó clemencia por su vida en cuanto la madam de la casa lo siguió a su habitación y le indico que debía salir; se hundió en el llanto cuando sintió la muerte a su lado, suplico por una segunda oportunidad la cual le fue otorgada a cambio de no cometer errores en el futuro, entrego su vida a cambio de un par de horas de vivir mas, ¿Era su vida suya o desde que fue encarcelado a ese lugar ya no era de él?

¿Había otra solución? No la había porque en ese mundo no existen, ni siquiera una esperanza. De milagro ese día fue especial dada la celebración que ese hombre estaba haciendo, necesitaban de sus servicios para atender a todos los invitados de la fiesta, mientras les fuera útil seguirá viviendo un poco más y eso le tranquilizaba un poco. Un día más de vida era mejor o eso quiso pensar.

— Los señores acaban de llegar, lleven las botellas y copas, Atiendanlos de inmediato— se apresuro a acatar la orden apenas fue dada por la señora de la casa, tomo la charola con manos temblorosas esperando no cometer el mismo error por segunda vez, tratando de calmar sus acelerados latidos en su pecho y lo malo que podían ser si no los tranquilizaba y se calmaba.

Avanzo manteniendo sus pasos lentos pero seguros al caminar, agachando la cabeza al escuchar las voces sumidas en conversaciones de los presentes en todo el salón, mismo que estaba lleno de esa gente que no tenia corazón.

Apretó sus manos tratando de no sentirse asustado sabiendo era peligroso sentirse así. Sirvió las copas de champaña y wiski a cada invitado en compañía de otra de sus compañeras de labores, siempre con cuidado. Esta vez hizo oídos sordos o lo que los presentes platicaban entre risas y bromas que evito entender por temor a complicarse la existencia y a desconcentrarse si lo hacía.

Sirvió copa tras copa que al cabo de dos horas ya estaba completamente cansado pero evitaba evidenciar su estado por miedo y temor a equivocarse, el día había sido así desde el principio que solo rogaba por que terminara cuánto antes.

Cerca de las dos de la mañana se dejo caer sobre una de las sillas de la cocina con cansancio y más sueño de lo normal que por un momento creyó quedarse dormido ahí mismo, los demás sirvientes parecían estar igual que él pero ninguno lo expresaba con palabras, sus rostros cansados y ojerosos eran percibidos a simple vista.

—Es demasiado tarde, regresen a sus habitaciones y descansen. — asintió con un movimiento de cabeza apenas logro levantarse de su silla, arrastró los pies siguiendo a las demás jóvenes que avanzaron por el pasillo con dirección al piso de los sirvientes.

Se contuvo de bañarse al sentirse más cansado de lo normal y si lo hacía debía esperar a que terminaran sus demás compañeras por lo que decidió ir a dormirse así.

Se acostó importandole poco el no haber tendido sus mantas, solo deseando dormir y alejar el mal momento que vivió horas antes, queriendo que solo fuera una pesadilla de lo que al despertar solo fuera un mal recuerdo.

Dos gotas de lágrimas bajaron de sus mejillas al recordar el temor que sintió al estar de rodillas implorando clemencia y una segunda oportunidad de vivir, recuerdos que fueron acompañados de los momentos crudos y dolorosos que vivió con si tío, aquellas noches en las que terminaba desmayado antes de llegar a su cama por los golpes que recibía durante el día, ahora no estaba recibiendo una golpiza pero se sentía como tal al estar verse igual o más apretado que antes.

Apretó los puños en las mantas debajo de él al escuchar unas pisadas fuera de su habitación en consecuencia contuvo la respiración y espero con miedo algún otro ruido que le advirtiera que se encontraba en peligro.

La puerta fue abierta con detenimiento y sigilo como si evitará que fuera escuchado.

La oscuridad era la única compañía que lo rodeaba evitando mirar a aquella persona que se adentró a su pequeño cuarto, no había ventanas ni nada que le diera una idea de quién era esa persona que se adentró.

— No hagas ruido.— una voz gruesa y fría advirtió causándole miedo y temor por lo que pudiera ocurrir.

Lo escucho acercarse a él sin decirle algo más provocandole más llanto silencioso, ¿Tal vez habían mandado a matarlo? ¿Era eso? Quería suponer que no pero ese hombre se acercó a su lado.

— No te muevas ni intentas nada.— susurro el extraño demasiado cerca de él, sintió morir de miedo al sentirlo a unos cientos centímetros de distancia, su colonia varonil le provocó náuseas hasta el punto de querer volver su estómago ahí mismo.

Lo sintió recostarse a su lado provocandole pánico y ganas de querer gritar.

Ahogó un gemido de miedo al escuchar a alguien más fuera de la habitación.

— .. no sospecha nada, hemos sido cuidadosos al respecto.— hablo una voz en susurro.

Y si lo hiciera ya hubiera movido sus cartas.

No seas estúpido, no hay que confiarmarlos la perra de Byul trama algo grande.

— ¿Cómo que?

Ese es el problema, estoy seguro que algo grande está por suceder, la seguridad de este maldito lugar es el triple de lo normal, ese maldito planea algo.

Apretó los labios y llevo sus manos a su boca callando los sonidos de la misma al sentir el frío metal de una arma sobre sus costillas y lo pesado que era.

¡Iba a morir!

Debemos movernos antes de que se entregue el cargamento de Jeju.

El cuerpo a su lado se reincorporo un poco, alejándose de par de centímetros de su lado, su corazón latía fuertemente contra su pecho y sus manos estaban temblando. El sudor frío cubrió todo su cuerpo al sentir aquella arma alejarse de él.

No entendía nada de lo que aquellos hombres estaban hablando pero sabía que era algo en contra de la organización de ese hombre.

Era un plan en contra de ese mafioso.

Ya no se escuchó nada del otro lado de la puerta por lo que aquel hombre se reincorporo completamente, dejándolo más asustado de lo normal, no sabía si debía tener más miedo ahora o en este momento iba a morir por lo que había escuchado.

— Si aprecias tu vida mantendrás la boca cerrada de lo contrario te arrancaré la lengua y se la daré a los perros.— sollozó en silenció una vez más al escuchar la amenaza y después la puerta ser abierta con la misma lentitud y sigilesa que antes.

¿Por qué todo se complicaba cada más en su vida?

¿Por qué?

AGUST-D. (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora