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"Nos reímos del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros"


— Clive Lewis

La oscuridad y el silencio dentro de las cuatro paredes de la habitación que lo resguardaba del frío de la noche dejaban que sus pensamientos fueran más largos y profundos, más limpios para llevar a cabo sus planes. El cambio de horario le trajo un poco de cansancio a su cuerpo pero nada que pudiera interferir en sus actividades del día, en una noche tan diferente a la que acogian sus días.

Dentro de sus pensamientos estaban dos razones importantes por las que se encontraba ahí; haciendo visita a alguien tan especial de los viejos tiempos, quien sin duda quedaría sorprendido con su presencia tan repentina y la razón del porque estaba ahí.

El nuevo orden dentro la organización lo estaba obligando a tomar medidas drásticas para frenar la ruptura dentro de sus propios hombres y la brecha que se forzó a ser desde el atentado en su mansión. El enemigo estaba introduciendose rápidamente dentro de sus negocios haciendo que el poder que tenía se debilitará a pasos agigantados. Sus socios estaban asechando la forma en quedarse con ellos o entregárselos a las otras mafias. El terror corría en las calles con muertes de inocentes entre los enfrentamientos por ganar territorio, masacres entre familias poderosas por ser la cabeza del cartel, aniquilando a cada persona leal a él, caso significado el de Moonbyul quien fue el golpe más duro dentro de sus negocios.

Pequeños grupos de aficionados atemorizaban las calles en los barrios pobres con la intención de crecer y ser la nueva mafia, mismos que sabía tendrían los días contados dado su minoría de poder, las verdaderos criminales los harían pedazos.

Los grupos de la élite en cambio parecían no evidenciar sus intenciones dadas sus nulas acciones publicas y las interacciones entre ellos, aún no tomaban partido dentro del "nuevo orden", quizás eran más astutos de lo que se imaginaba o no se creían el hecho de su supuesta muerte, quizás eso jugaba a su favor.

Con sus planes actuales prontamente estaría a la cabeza de todo nuevamente, gozaría enormemente el acabar con aquellos que osaron intentar acabar con su vida, un cruel castigo los esperaba o en consecuencia ellos mismos terminarían por matarse uno contra el otro.

El sonido de la lleve introduciendose en la cerradura le informo que el inquilino del departamento estaba de regreso y que después de largos minutos de espera por fin estarían cara a cara después de tanto tiempo.

— Refugiarte en este lugar asentó tu condición.— comentó antes de que las luces de la habitación fueran encendidas, ql instante el sujeto encendió las luces, su mirada mostraba sorpresa cambiando al instante por furia al reconocerlo.

— ¿¡Qué mierda haces aquí?! — avanzó de manera amenazante hacía su persona.— ¡Maldito hijo de perra!

Bramo el hombre antes de caer de rodillas frente a él, tal vez la furia le impidió darse cuenta de que en las otras habitaciones se encontraban sus hombres custodiando el lugar. Quienes reaccionaron de inmediato ante la amenaza, golpeando en las piernas para impedir que avanzara.

— Tranquilizate, mi intención no es lastimarte, no por ahora.— indico al guardaespaldas que lo alzará y lo sentara en la silla frente a él.— Fue entretenido recorrer tu nuevo hogar. — se levantó del sillón acomodándose el saco del traje, echándole un vistazo rápido a la habitación completa. — ¿Qué fue del buen gusto por el wiski y el coñac? La cerveza barata no puede servirse igual. ¿Sabe igual capitán?

El departamento era pequeño, sin muchos muebles de los que pudiera hablar, las paredes color crema sin vida haciendo juego con el marrón de las dos equinas y la puerta vieja. Libros de filosofía y política amontonados en cada esquina, acumulando el polvo que entraba por la ventana con vista a la calle vacía.

— ¿Qué quieres? ¿Vienes a burlarte de mi? ¿No se supone que estabas muerto? — forzó una ligera sonrisa ante la última pregunta, negando suavemente con la cabeza.

— La muerte no llega tan fácil a mi. Y quizás yo no soy el que debe burlarse de ti.. de tu precaria situación. — El condecorado capital del ejército surcoreano viviendo en las sombras de un barrio pobre y marginado de Madrid, España.

La astucia y valentía de un servidor importante y respetado del país, ahí, en la pobreza y anonimato, refugiado en otra patria porque la suya le dio la espalda.  La patria a la que le entrego su vida y lealtad, a la que juro proteger y honrar fue la misma que terminó por traicionarlo de la peor manera.

— El condecorado general Lee Dong–Mim, en cambio goza de lujos, y poder dentro del ejército, un distinguido militar que tomo el su lugar. ¿Lo recuerda? La razón por la que terminó aquí... cómo desertor.

— ¡Fue culpa de usted el que yo haya terminado aquí, imbécil! La desgracia de toda mi vida. — se alejo del hombre cuando esté escupió a sus pies.

— En eso estás muy equivocado, ¿Lee también te mintió al respecto? Es una pena el odio que me recae sobre mi.  — afianzó su mano en el hombro contrario siendo alejado inmediatamente.

Tardaría más de lo estimado en plantear su propuesta.

— ¡Habla! ¿Qué haces aquí?

Uno de sus hombres tendió el sobre blanco con un par de fotografías sobre la pequeña mesa de madera, dejándolas frente al furioso hombre.

— Ese día, dentro de mis negocios no estuvo ese ataque como lo hizo ver Lee.. fue dentro de mi territorio, con mis hombres pero no bajo mis órdenes; ellos solo se defendieron y contra–atacaron.

— ¿A que viene esto?

— Ese día tres niños quedaron huérfanos, dentro de mis leyes no está el matar inocentes.

— ¡Y una mierda! ¡Mataste a mi esposa y a mi hija! Las mataste porque te seguía la pista y había dado con uno de tus centros de operaciones.— sus guardaespaldas tuvieron que retenerlo por los brazos para evitar que se abalanzara contra él.

— No fui yo quien lo hizo, ¿Acaso no sospechas te que Dong–min al terminar contigo no se deshaceria de tu familia? El sabía que ese día iban a estar ahí.

Explico sin revelar demasiada información al respecto, no estaba en condiciones de revelar datos importantes de su organización.

— Go An, ¿Te suena ese nombre? — preguntó directo evitando demorarse más lo planeado, debía partir de regreso a Corea inmediatamente, ese viaje no fue por placer.

Tomó el sobre y lo abrió, revelando un par de fotografías con el rostro de una pequeña niña que fue reconocida inmediatamente por su padre.

— ¿¡Go An?!

— Te propongo ser el jefe de la nave de vigilancia, se uno de mis hombres y cobra venganza a quienes te arrinconaron aquí.— otro de sus guardaespaldas saco una pila de documentos con información clasificada que contenía los movimientos anteriores y posteriores de sus superiores y las órdenes que dieron para que terminara incriminado y reconocido como traidor a su nación.

— ¿Cómo se que esto real y no uno de tus trucos?

— Yo no juego con nada ni nadie. Toma tu decisión, el Jet sabe en media hora a Seúl. — Indico a sus hombres que salieran del departamento con un movimiento de cabeza. — Solo yo puedo hacer que regreses a Corea sin problemas y que veas a tu hija, Chang–Wook.

AGUST-D. (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora