¶9¶

1.1K 199 24
                                    


"Nada fija tan intensamente un recuerdo como el deseo de olvidarlo."

— Michael de Montainge



— Ha pasado ya, más de un año desde la última vez que nos reunimos en este lugar.— suspiró con pesadez ante el comentario pesado y melancólico de su acompañante, del cual compartía ese mismo sentimiento muy a pesar de que raras veces expresaba alguna emoción.

Las mismas que estaban prohibidas dadas la circunstancias en las que vivían, su formación y vida le habían dado motivos para no ser débil, para ocultar emociones y sentimientos que lo dejaban vulnerable ante sí mismo y los demás. Entre menos sintiera dolor o felicidad estaba mejor, más tranquilo y con la cabeza fría a la hora de pensar y de hacer su correspondiente trabajo y menos posibilidades de tener un punto débil que lograran usar en su contra sus enemigos. 

Al no mostrar signos débiles era, casi, inmune a los chantajes y amenazas de su alrededor.

— Así es, pero ahora estamos aquí.— dejo el ramo de flores blancas sobre la piedra de mármol que resguardaba y decoraba la tumba de su padre, un tumba no tan convencional en el país, pero el cristianismo que profeso su padre fue importante para ellos, y como tal para cumplir con la ultima voluntad de aquel hombre que los crio de niños y al que consideran como un padre. Las flores blancas le daban una imagen no tan fría y sombría como debía ser en un lugar como ese, en donde el color gris y blanco sobresalía de entre el verde del pasto y los árboles del alrededor.

Un cementerio alejado de la ciudad pero cuidado con el tiempo y los donativos anónimos de su parte, especialmente para cuidar la tumba frente a el. 

Años ya desde su trágica muerte, la que dejo aquella guerra sucia entre los carteles poderosos; traición que tanto su hermano como él cobraron venganza, una a una de la misma manera. Una masacre en la que el derramamiento de sangre tocó abundante sus manos y el poco colorido de sus corazones, independientemente de que ese hombre al que llamaron padre y brindaban respeto no tuviera su misma sangre, la misma que ni siquiera ellos compartían como hermanos pero que los unía más que el lazo sanguíneo de ser parientes.

La promesa que juraron mantener hace años, que seguía intacta tanto como a ellos como a su difunto padre, quien estaba seguro que en su lugar de descanso los estaba viendo y cuidando.

— Lo se.. por eso mismo tengo algo que decirte, aquí frente a nuestro padre, quiero que también él sea parte de este momento..— sin comprender que era lo que su hermano quería decirle busco su mirada dándose la vuelta.

El viento frío del atardecer golpeo su rostro con violencia expectante de aquello que podía decir, ¿Sucedía algo grave? ¿Estaba en problemas? ¿Los italianos querían asesinarlo? ¿Acaso necesitaba dinero?

Hace horas, cuando llegó en el helicóptero lo vio tan calando y despreocupado como usualmente era que no dio ninguna pista de problemas, en la comida bromeó como lo recordaba y celebro los logros de sus amigos y socios. Nada fuera de lo que comúnmente sucedía. Mas feliz y radiante de lo que recordaba.

Felicidad semejante a aquella vez que escaparon del orfanato en el que estaban recluidos, eso cuando tenían diez y ocho años de edad.

— Me voy a casar.— el viento sopló con intensidad ante lo declarado, sorprendiéndose en demasía por la noticia. Quedando en shock por la noticia inesperada que jamás paso por su mente sucedería.

Lo miró de inmediato encontrando su mirada calmada y relajada, con un brillo diferente en ellos pero que trataba de ocultar para no verse fuera de lugar, misma expresión que usualmente pasaba desapercibida por todos, menos para el, que lo conocía perfectamente.

AGUST-D. (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora