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"No es bueno que manden muchos; sea uno solo el soberano, uno solo el Rey.”

HOMERO








Pocas veces se sentía ansioso en su vida, contadas a través de los años y de la experiencia que cargaba su cuerpo ante situaciones de peligro extremo; todo el tiempo perdía gente de su organización en manos de sus enemigos, algunas cabecillas importantes pero que con el tiempo eran responsables por otros igual de leales a él. Era parte del negocio y de la vida en la que abrió los ojos, por ello aprendió a no tener apego emocional con gente que en algún momento de su vida tendría que irse de ese mundo, hasta cierto punto sabía que, su hermano o él mismo terminarían yéndose uno antes que el otro por los negocios, pero esperaba que no sucediera nada entre ellos.

Trataba de evitar ensuciarse las manos por la sencilla razón de desviar lo mejor que podía a sus enemigos de sus negocios y de lo que le importaba, perdía gente, alguna simple y no otras no tanto, algunas que de alguna manera marcaron su vida y de las que seguían en sus recuerdos. La muerte era la única segura en la vida y de la que nadie escapaba por más que intentará evitarla, entendía si algunos se adelantaban y otros los mandaban mucho tiempo antes de su hora.

La bilis subió a su garganta ante la escena que marco sus memorias ese año, sangre espesa manchando el piso y algunas gotas en las paredes blancas, el olor inconfundible a muerte estaba en sus narices acompañado del de la sangre y la poca ventilación del lugar lo hacía más pesado de respirar.

El cuerpo inerte y moratado de la que fue su mano derecha yacía aún sobre la silla, atada al respaldo de la madera con sogas y las esposas en sus muñecas, el rostro completamente desfigurado por golpes y la sangre marquetada desde la frente hasta el cuello. Los tobillos amarrados a las patas de la silla demoraban lo mucho que forcejeo para que la soltaran, el hoyo de la bala traspaso su pecho sin compasión quitándole la vida después de haber sido torturada hasta el cansancio. La muerte fue su salvación y esperaba que estuviera bien en el lugar al que llegó su alma.

Ella era de las pocas personas de confianza y que ahora ya no estaba a lado, una perdida invaluable y no estaba hablando solo de dinero.

¿Cómo dieron con ella? Sus enemigos debieron meter entre su gente a infiltrados para dar con el paradero de dónde vivía cada persona de su confianza y también atreverse a intentar acabar con su vida como lo hicieron con el bombardeo en la mansión, situación que estaba desequilibrando su organización a pasos agigantados.

— Señor, creo que debía ver esto.— uno de sus hombres habló entregándole una pendrive de color rojo.— La encontramos dentro de un libro del librero.

Observo el lugar indicado encontrando el hueco en el librero exactamente frente al cuerpo de su mano derecha, mismo que era difícil de encontrar sino fuera porque alguien le advirtió sobre el, probablemente se trataba de la última grabación y tortura de Moonbyul antes de morir, misma que revelaría a los asesinos y pruebas para dar con aquellos que estaban de infiltrados entre sus hombres, mismos que ahora eran contados y vigilados las veinticuatro horas del día, por ellos mismos, creando desconfianza y temor entre entre sus hombres para dar con el traidor antes de que cayera otro de sus aliados.

— Busquen por todo el departamento algún otro indicio de los asesinos, y recojan todo lo que nos pueda ser útil. El resto será cremado durante el velorio.

No debía dejar huellas, ni un solo indicio de que ella trabajo para él o de que murió en ese lugar. Debía ser borrada de todos los registros para evitar problemas futuros, aún más debía cuidar de su última imagen y ser tratada como una mujer de valor e importancia para su organización, como la mano derecha de su imperio y que se ganó el respeto de muchos desde que puso un pie dentro de sus negocios.

AGUST-D. (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora