25 Gomitas de guinda

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La siguiente parada fue un teatro popular en Londres donde darían una obra que según William tenía muy buenas reseñas en internet. Ambos disfrutaban de las presentaciones de esa clase pues les recordaban a los días en que el rubio estaba en el club de teatro. Sí tuviera que escoger un momento en el cual se enamoró mucho más de su pareja... ese sería cuando este represento magistralmente a uno de los protagonistas en aquella obra de Shakespeare.

Aunque según le contó el rubio después improviso un poco pues su coprotagonista había olvidado sus diálogos por el nerviosismo.

-¿Te acuerdas de eso todavía?- le dijo risueñamente William a la vez que sus brazos estaban entrelazados.

-Por supuesto, yo recuerdo todo lo que tenga que ver contigo.

-Eres tan dulce Sherly.

-Eres afortunado pues yo olvido casi todo lo que no sea esencial.

-¿Eso me hace una parte esencial de tu vida?

-La más importante- le aseguro- Ahora vamos que nuestra obra espera mi lord.

Entonces fueron a la boletería a entregar sus entradas y la señorita que atendía les deseo una buena experiencia. Fueron a tomar sus asientos y esperaron que la obra comenzara, una vez las luces se volvieron tenues pudieron disfrutar del gran comienzo donde una persona comenzaba a narrar un asesinato de un noble que disfrutaba de martirizar a sus sirvientes. Hubo una gran cantidad de misterio lo cual les fascinaba a ambos e hicieron una apuesta de quien resolvía primero el curso de la historia.

Sorprendentemente ninguno de los dos se esperaba el final pues a pesar de que ataron cabos menores no pudieron desentrañar ese curso de los acontecimientos completamente.

-Eso fue impresionante- comentó Sherlock una vez que salieron del teatro.

-Sí, no lo vi venir- dijo William satisfecho

-¿Te parece que busquemos un lugar para almorzar?- le preguntó de manera galante.

-Sería agradable que hubiera stargazy pie.

Sherlock hizo una mueca de desagrado, pero en un intento de consentir a William le concedió aquello. Le comento que había un local que podría tener aquel platillo y como recompensa recibió un beso de parte de su pareja.

-¿Sabes que no puedo resistirme a complacer tus caprichos?

-Ese es mi encanto- le dijo con ojos brillantes

-Eres un pequeño consentido Liam-aseveró Sherlock sonriendo.

-¿De quién es la culpa?

-Absolutamente mía, es que te ves tan feliz cuando te mimo que no puedo evitarlo.

-¿Sabes que te amo?

-Yo te adoro, eres mi querido diente de león.

Siguieron su búsqueda del local para comer y efectivamente tenían stargazy pie tal como lo había dicho Sherlock. Se sentaron a la mesa y les trajeron el menú donde estaban detallados los platillos a servirse. El camarero no podía creer que ante sus ojos estaba el gran actor William James Moriarty así que se armó de valor para pedirle un autógrafo.

-Señor Moriarty quisiera.... Es decir... ¿podría firmar esto?- le dijo mientras extendía una libreta.

-Sí, ningún problema. ¿A nombre de quién?- preguntó con amabilidad el rubio.

-Roger.. Roger Smith - dijo con un fuerte sonrojo.

Ante esto Sherlock le dio una mirada de advertencia lo que hizo que el chico sintiera escalofríos y tragara saliva. Cuando estuvieron listos el autógrafo y la orden el mesero se fue muy emocionado a informar el pedido.

-Tener un novio tan popular a veces es un fastidio.-refunfuño Sherlock.

-No digas eso Darling, es gracias a mis fans que puedo seguir mi carrera como actor. Imagínate que no fuera popular, no habría muchas personas dispuestas a contratarme.

-Sí, a pesar de que fuiste el mejor alumno en la escuela de actuación los trabajos demoraron en llegar.

-Pero ahora con Jack como mi manager los papeles no me faltan.

-Le agradezco mucho por eso.

Siguieron conversando hasta que llegó su orden y pudieron disfrutarla ya que los platillos estuvieron deliciosos. Una vez se terminaron sus platos decidieron ir a visitar esa feria artesanal que Albert les recomendó. Allí había toda clase de actividades y puestos e incluso un sector de cuentacuentos en el cual una persona le narraba historias a un grupo de niños.

-Me recuerda a tu servicio en el orfanato- le dijo Sherlock pues era evidente el brillo en los ojos de su prometido.

-Sí, me gustan mucho los niños y sobre todo sus sonrisas.

-¿Te gustaría que tuviéramos un par? Los niños no son mi fuerte, pero si tú quieres podría buscar la manera de que no sobrepasen mi paciencia.

-¿Un par mr. Holmes? ¿ No cree que es mucho para nosotros dos?

-Hasta ahora me he llevado bien con la hija de John. Estoy listo para todo- le dijo con confianza.

William solo se rio y le dijo que tal vez más adelante podrían pensar en eso, además la calidez envolviéndolo era tan gratificante que sintió mucha felicidad. Siguieron paseando hasta que llegaron a un puesto que vendía toda clase de golosinas.

-¡Mira son gomitas de guinda!-dijo Sherlock como un niño pues aquellos dulces le recordaban a los que comía cuando era un infante.

-¿Quieres comprar algunas Darling?-dijo con diversión William.

-Quiero tres bolsas-aseveró con seriedad.

-Las que tú quieras- concedió el rubio riéndose un poco.

Después de que Sherlock se llevará casi todas las gomitas siguieron paseando por la feria artesanal y su cita estaba siendo un éxito hasta el momento.

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