28 Poción de Lima

71 10 5
                                    

Advertencia: R18

............................................................

La boda fue un éxito y nada mejor que una luna de miel perfecta para complementar la maravillosa ocasión. Sherlock y William estaban dichosos por lo que se apresuraron a ir a su departamento para finalizar de manera magistral la noche. Los regalos de la celebración serían llevados hasta su domicilio por Albert y Mycroft , pero eso sería después ya que ahora debían dedicarse a amar cada centímetro de piel del otro.

-Sin embargo, tengo un misterio para ti Liam.- dijo Sherlock con aire lleno de secretismo.

-¿Ah sí, Mr. Holmes?- lo miró de manera desafiante pero expectante.

-Por supuesto, Mr. Holmes. Espera por mí que vengo inmediatamente.

Entonces Sherlock se dirigió hacia el armario que compartían y rebusco entre los cajones hasta que encontró una botella de color verde. La llevó hasta la cama y la descorchó dejando escapar un particular aroma que lleno las fosas nasales de ambos.

-Mmm, huele delicioso ¿Qué es?

-Tienes que probarlo para descubrirlo- le dijo mientras le guiñaba un ojo.

-Me encantas, es decir, me encanta la idea- pronunció William.

-Ya sé que te encanto, pero ahora es momento de probar esta maravilla. La prepare en mi laboratorio y estoy seguro de que te gustará.

-No me digas... es una poción de amor.

-Podría decirse, más bien un afrodisiaco potente.

Luego de que Sherlock explicará a grandes rasgos lo que sucedería cuando lo bebieran procedió a darle de probar a William. Este lo conservo en su boca y con un beso lo compartió con su esposo.

-¿A que sabe?- le preguntó el detective aun sabiendo la respuesta.

-Sabe... a lima-dijo el rubio lamiendo sus labios en un gesto seductor.

-Es una poción de lima. La elabore cuidadosamente y creo que los efectos ya están aconteciendo.

Aquello era verdad pues ambos empezaron a sentir como un calor abrasador les carcomía las entrañas. Sherlock le ofreció otro trago a su esposo y este aceptó gustosamente pues realmente sabía bien. Además de que la idea de embriagarse con su más grande amor era demasiado tentadora.

Entre risas se despojaron de sus ropas las que quedaron un poco húmedas producto del derramamiento de poción sobre estas. Ambos quedaron semidesnudos pues Sherlock conservaba su pantalón mientras que William poseía todavía su camisa la cual estaba abierta.

-¿Sabes que te ves mucho más hermoso en estos momentos?- le dijo con tono de voz devoto.

-No tanto como tú, mi amado- pronunció mientras jugueteaba con los mechones sueltos de Sherlock.

Un ligero sonrojo cubrió el rostro de Sherlock y en retribución a aquellas dulces palabras derramó el resto de la poción sobre el torso del rubio. Este se estremeció al sentirse empapado por el líquido. El detective se admiro de su hazaña y embriagado comenzó a lamer el pecho de su esposo. Fue bajando cada vez más hasta llegar a la erección de William la cual no fue atendida inmediatamente. Ante los quejidos de insatisfacción y las manos enredadas en sus mechones decidió continuar.

-Alguien está un poco ansioso- dijo con diversión el detective mientras con sus mano tomaba el miembro de su esposo.

-No... tanto como tú, amor- lo contradijo William con cierto tono burlesco a pesar de su condición.

-Ja, eso es porque eres muy apetecible y solo para mí- mientras aceleraba el movimiento de su mano.

-Usa... tu boca, por favor- le dijo el rubio ya completamente fuera de sí debido a las sensaciones que le brindaba su esposo.

Así lo hizo Sherlock pues le encantaba brindarle placer a su amante y justo cuando este estaba en el punto álgido de satisfacción se detuvo. Este le reprochó su crueldad, pero el detective le aseguró que faltaba la mejor parte.

-¿Cómo te sientes? Mi poción de amor es la mejor.

-Alguien es un vanidoso, ahora si pudieras...- le dijo mirando hacia abajo.

-Por supuesto, pero soy tu vanidoso. Me siento mucho más deseoso de lo normal- dijo mientras gruñía a la vez que iba a buscar el lubricante que se encontraba en el cajón de la mesa de noche.

Una vez lo obtuvo procedió a preparar a su esposo quien se sentía insatisfecho pues solo quería una cosa en ese momento. Pero Sherlock era cuidadoso con él y no se permitiría lastimarlo por su impaciencia. Sus dedos se metían en la entrada de William de manera certera estirándola lo suficiente para recibirlo. El movimiento de tijeras dilataba a la perfección al actor haciéndole gemir de manera suave, pero satisfactoria.

-Muy bien creo que estás listo, Liam.

-Por favor- le suplico pues este se hallaba jugando en sus pezones con su mano libre.

-Como ordene mi Lord- le dijo dejándose de juegos y pasando a la acción.

Con cuidado comenzó a introducirse y sintiéndose embriagado se apoyo en el pecho de William, este lo rodeo con sus brazos y lo invito a continuar moviendo sus caderas. El dulce vaivén se volvió mas intenso a medida que pasaban los minutos y sus gemidos no dejaban de resonar a lo largo de la habitación. Por suerte habían dejado la puerta cerrada pues de lo contrario sus mascotas hubieran entrado en pleno acto lo cual habría sido bastante incomodo.

Continuaron con el acto amatorio e intercambiaron la posición y ahora William estaba sentado a horcajadas en el regazo de Sherlock. Moviéndose por su cuenta alcanzó el clímax a través del cual el detective embistió hasta alcanzar el suyo propio. Se dejaron caer en la cama y agotados descansaron un poco hasta que recobraron fuerzas. Entonces siguieron durante un buen rato y después se dirigieron al baño para limpiarse de mejor manera.

En la mañana tendrían listos los pasajes para dirigirse a Paris donde pasarían su luna de miel pues ese había sido el regalo de Mycroft y Albert.

FrutalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora