𝖘𝖎𝖉𝖊𝖗𝖆𝖑

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No le dedicó más miradas en ese bar de Las Almas, pero sí en su su rincón privado de la base horas después. Dispuesta a no dejar esto correr, Clara volvió sobre sus pasos para acabar frente a la puerta del abismo que la separaba del fantasma. La curiosidad mató al gato, pero prefería aventurarse con él igual que hizo con Johnny porque no pensaba dejarse dominar por sus miedos como antaño.

Ghost no le diría lo preciosa que era después de hacerla venir con un vaivén de caderas, ni la besaría con afecto, porque no era lo que dictaba su naturaleza. Por sólo tratar con enemigos, no tuvo claro cómo debía comportarse con Clara en cuanto le abrió la puerta y la vio mordisqueándose el labio y agarrando uno de sus brazos con la mirada de un cachorrillo regañado.

Así que no trató de averiguarlo. Se dejó llevar por sus instintos y la acorraló contra la pared de la habitación para devorar sus labios con más ferocidad que en aquel bar por la baja probabilidad de ser descubiertos en la intimidad de un cuartel militar donde todos dormían excepto ellos dos.

Clara le devolvió el beso gustosamente, tomándose su tiempo para apreciar con sus finos dedos los pocos centímetros de su cara que tenía a su disposición, tales como las mejillas y el áspero vello de su mandíbula. Descubrir los rasgos del teniente era parecido a abrir un caparazón que dejaba al descubierto a un humano que podría incluso llegar a quererla si llegaba a lo más hondo.

Se preguntó en aquel instante si su vello facial sería del mismo color que sus cejas o si sería más oscuro, si su nariz estaba torcida por haber estado rota tiempo atrás o si tenía cicatrices en su rostro. Deseaba poder contestar esas preguntas, aunque procuró centrarse en la manera en que Ghost estaba deslizando su vestido por su torso dejándola a su merced una vez más.

Y por si había alguna duda, él seguía completamente vestido, solo sin la chaqueta de cuero que había visto mejores años y que conservaba desde que entró al ejército. En cambio, ella quedó desnuda y vulnerable, a punto de ser devorada por un soldado ejemplar del que todos hablaban allí por donde pasaba. Su presencia dejaba huella, y Clara lo confirmaba.

Sus bíceps se hincharon al alzar sus caderas nuevamente y encajarlas con las suyas. Adoraba la manera en que el cuerpo de Clara se adaptaba al de él y cómo podía manejarla con tanta facilidad por la diferencia de tamaño corporal. Apoyó sus labios en el centro de sus clavículas e inhaló su aroma femenino con detenimiento.

Su cuerpo seguía ardiendo al tacto y la suavidad de su piel no se comparaba con la de él, que estaba mucho más agrietada y envejecida por las horas de trabajo al sol y las misiones en pleno desierto. No recordaba la última vez que se sintió tan lleno de vida.

Los temblorosos dedos de la joven reptaron por la amplitud de su espalda y sus hombros, y las palabras salieron de su boca sin control por la pequeña cantidad de alcohol que todavía circulaba por sus venas.

— Llevaba mucho tiempo queriendo esto —susurró en la oscuridad de la habitación. Pronto el sol comenzaría a salir.

Ghost dejó escapar su aliento sobre la piel de su cuello. Tenían que parar, esto no podía suceder porque sería un error.

— Tienes que irte —murmuró él. Era una advertencia, la cual no le impidió seguir sujetándola.

El conflicto seguía presente en Ghost, o más bien en Simon. No quería hacerle daño, pero necesitaba conocer a todo el conjunto que la formaba. Y ahora que tenía la oportunidad, ni toda su fuerza de voluntad la dejaría ir.

— Me estás volviendo loco, Clara...

La susodicha levantó la cabeza y trató de enfocar sus ojos buscando dedicarle una mirada que le confirmase que no se achantaría por sus palabras.