╰•★ 12 ★•╯

2.7K 254 102
                                    



La gran puerta del hangar se abrió dejando paso a la luz solar del mediodía, que iluminaba hasta el último rincón en cuanto llegó a la máxima altura.

Hacía un calor de mil demonios, aunque a Ghost no parecía importarle, pues llevaba el uniforme completo y no se veía ni un poro de su piel. Ghost y sus looks nunca dejarían de sorprender a Clara. Tenía uno para cada ocasión.

Pero no todo era gozo y alegría. Ese día había llegado su periodo por sorpresa, y le dolía la cabeza a causa de este, por lo que no podría dar el cien por cien en su entrenamiento. Ghost pareció detectarlo, y no fue muy duro con ella los primeros minutos.

Sus movimientos eran más lentos y se ahogaba con más frecuencia que otras veces. Su estado físico no era envidiable, pero ese día había llegado a uno de sus puntos más bajos.

Él lo llamaba "calentamiento".

Puede que llevase sin tener una relación amorosa desde sus veinte años o antes, pero eso no significaba no conocer qué les sucedía a las mujeres una vez al mes durante su vida fértil. Él no se achantaba por un poco de sangre, la veía a diario en su trabajo. La sangre no le impedía usar la misma fuerza que siempre utilizaba con ella, la que la preparaba para lo peor que pudiera suceder. Aunque no siempre esperaba enfrentarse contra un hombre de casi dos metros con una voz que haría temblar a los recién llegados de un escuadrón militar.

Clara cogió aire con todas sus fuerzas, la sensación de ahogo era mayor que cualquier otro día por el calor y su estado. Aun así, no podía rendirse.
La misión se llevaría a cabo en menos de una semana si todo iba bien y haría uso de todos sus recursos una vez estuviera allí, porque sería la primera en entrar por las puertas de la casa de Valeria con una identidad falsa y un atuendo adecuado para la ocasión.

Cualquiera que hubiera pasado tanto tiempo con Ghost como Clara podría haber memorizado su manera de luchar, lo cual no significaba una victoria segura.

Ghost era un soldado al que se le podía inmovilizar unos pocos segundos antes de que respondiera sl bloqueo y contraatacara con el doble de fuerza. Luchaba al igual que un toro al que le ponían un pañuelo rojo delante de forma continua, sin dejarlo descansar ni por un minuto.

— Clara, vamos. Ambos sabemos que puedes hacerlo mejor.

Esas palabras de ánimo no hacían su función en este preciso instante en ella, que intentaba zafarse del agarre de Ghost sin éxito.

Su mayor desventaja era la diferencia de tamaño corporal, otra era que el sudor la hacía tener menos agarre que nunca. Ghost, sin embargo, estaba tapado de pies a cabeza bajo capas de ropa táctica y no parecía agobiado o sudoroso. Él poseía la capacidad de usar su ritmo respiratorio y su temperatura corporal a su favor, podía confirmarlo.

Después de otro barrido y otra derrota aplastante, quedó boca arriba en la lona con Ghost inmovilizando sus muñecas por encima de su cabeza. Y fue algo digno de ver, pues tuvo un primer plano del color de ojos del teniente y las largas pestañas pálidas que rodeaban sus orbes. Sus cejas también se dejaban ver por el hueso frontal de su máscara, y eran del mismo color.

Clara se quedó muda.

Ghost era rubio natural. Por su aspecto, lo imaginaba pelinegro con ojos oscuros, y no acertó en ninguno de los dos rasgos. En México no eran frecuentes las personas de tez clara o color de pelo rubio natural, y para ella era todo un descubrimiento.

El teniente apartó sus ojos ambarinos de ella con nerviosismo. Nadie era capaz de alterar sus nervios, pero Clara acababa de hacerlo al inspeccionarlo con lupa y no apartar la mirada horrorizada. No vio curiosidad en sus ojos, sino un brillo agitado parecido al de una mirada lujuriosa.

𝖘𝖎𝖉𝖊𝖗𝖆𝖑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora