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Llegaron a Washington D.C tres días después, tras unas horas de vuelo eternas para la joven mexicana al no disfrutar la experiencia de estar en el aire por tanto tiempo. La ciudad les recibió con un cielo cubierto de oscuridad que hacía conjunto con la atmósfera que flotaba entre los tres mexicanos.

Puede que Alejandro y Rudy estuviesen acostumbrados a visitar otros países si la situación lo requería, pero Clara no. Era la primera vez en su vida que salía de México y sin Storm, sintiéndose mucho más sola sin él a su lado. Y teniendo en cuenta el motivo de su visita, no estaba en su mejor momento emocionalmente hablando.

— Bienvenidos a América, hermanos.

La voz de Soap acercándose a ellos la distrajo de su ensimismamiento y le hizo adoptar una postura cautelosa. ¿Y si Johnny y su equipo la culpaban por lo que había pasado? El pánico surgió al pensar en ello.

La sorpresa fue aún mayor cuando el sargento la estrechó entre sus brazos proporcionándole algo de calor humano.

— Me alegra que hayas venido, Clara —dijo cerca de su oído para que solo ella lo escuchara.

La morena le devolvió el abrazo al instante y sintió las lágrimas inundar sus ojos. Todas las emociones que llevaba ocultando desde que salió de su casa afloraron al instante. Johnny detectó su agitación y la agarró por los hombros para tenerla de frente y mirarle a los ojos.

— Dime que Ghost sigue vivo, Johnny —suplicó en un atisbo de voz.

Él le secó una lágrima furtiva que descendía por su mejilla y sonrió de medio lado. En su trabajo, eran capaces de controlar las emociones más desgarradoras y hacerlas pasar desapercibidas a ojos del exterior.

— Lo está. Price pasó la noche en el hospital.

Sus palabras la reconfortaron en parte. Pero podría haber muerto. Eso fue lo que le dijo en la llamada. Su cuerpo podía rendirse en cualquier momento. Y no volvería a ver su imponente presencia, ni volver a escuchar esa voz ronca que la hacía sentir escalofríos. El solo pensamiento bastaba para despertar todas las alarmas de su cabeza.

Soap continuó saludando a los otros dos hombres, intercambiando miradas de aprehensión con ambos. Todos sabían o intentaban comprender en cierta manera cómo podía llegar a sentirse Clara. Para Alejandro, Ghost solo había sido su mentor durante su estancia con Los Vaqueros. Johnny, por su parte, sabía de primera mano el conflicto por el que ambos llevaban meses pasando y cómo les había afectado.

Clara no portaba una sonrisa radiante ni desprendía su carácter alegre característico en esta ocasión, y puede que tardara en volver a hacerlo. Todos los sucesos del ultimo año la habían dejado en un estado permanente de turbación del que no veía una pronta salida.

— ¿Vienes, Clara? —preguntó el coronel, que ya se alejaba de ella a pasos amplios.

La mexicana apartó la vista del cielo y siguió a los tres hombres, que se dirigían a un Mercedes-Benz reluciente que no podía pertenecer a otro que no fuera Soap. Un coche demasiado caro, pero asequible para un soldado perteneciente a unas fuerzas especiales.

El sueño americano, lo llamaban en México. Unas noches en América no la convertirían en una soñadora en potencia, pero esperaba encontrar algo de consuelo en estar rodeada de gente que se preocupaba por ella.

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Dos horas mirando al techo. Dos largas horas en las que no pudo pegar ojo por muy cómoda que fuera la cama de ese hotel. Además de la falta de Storm acurrucado con ella, había una extraña sensación en su estómago que no la dejaba dormir. No era dolor. No era ansiedad. Era congoja pura y dura, a causa de sus pensamientos catastróficos.

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⏰ Última actualización: Jan 10 ⏰

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